miércoles, 2 de octubre de 2019

SERVICIOS ATENDIDOS



   Ese día empezó a trabajar. Estaban a la expectativa, porque era amigo del Jefe, un tipo de pasado turbio y dedicaba su tarea a mirar cuánto culo pasaba. El amigo no necesitaba laburo, vivía de su familia de un establishment holgado.
   El Jefe era un voyer, vaya la coincidencia, porque su amigo era igual, pero con otras expectativas. Le interesaba ver la sexualidad en los mínimos detalles de cada persona, ya fuera hombre o mujer, quería descubrir en la sonrisa completa, si era verdad o mentira, si la cara de una mujer expresaba el descontento que le producía vivir. Observaba los movimientos de las manos, si eran para contener o alejar. A la salida de los Jardines de Infantes, veía los dibujos de la frente de los niños y si el andar displicente conjugaba con su cara.
   Le gustaba descubrir a cualquier persona, que hablara con él, si lo que tenía enfrente era una cara de vida o una careta de hipócrita recibido. Al finalizar el día, tipeaba lo que él llamaba, “Servicios Atendidos”.
  Creció en la lectura de los ajenos, que se cruzaban en el tren, en el colectivo, en el Bar de cualquier esquina. Perdió el control, muchas personas sentían la molestia de esas miradas que atravesaban. Dejó la oficina sin decir nada. Estaban todos los observados, hasta la forma de atarse los cordones.
   Un día que llegó a la casa de sus Padres, había tres autos de la Policía Federal, la gente del barrio, presentó la denuncia que un hombre con su nombre y la descripción de sus gestos y miradas, era el sospechoso de abuso de menores, arrebato de mochilas, violaciones y miles de personas con paranoias irreversibles, por el delirio de pretender, aquel hombre, la observación continua.
   La prueba que lo mandó a prisión, fueron los tipeos permanentes y archivos por mail a los futuros todavía no encontrados.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario