Cacho era el
Jefe, un tipo normal, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco. Cara con baches que alguna
vez fueron granos, sweters bremer escote en v, de colores tranquilos, camisas
impecables, pantalones comunes, buenos mocasines, como totalidad, un burgués
por la mitad. A continuación de él, trabajaba Vicky, una mujer flaca, recién
recibida de Abogada, que hablaba a los demás como si estuviera litigando.
Tenía cara
angosta y pelo con claritos. En ese tiempo no existían mujeres sin claritos. Y
los cortes, como el de Vicky, cortos, tipo pensamiento único.
Su larga cara,
con una nariz en la que nunca reparé, porque sus ojos eran tan bizcos que le
dirigían la palabra mirando su entrecejo. Los bizcos me resultaban incómodos. Cambiaba
su vestuario con asiduidad compulsiva. Estaba casada con un hombre que conocí
tiempo después. Cacho también estaba casado, pero eran muy camaradas con Vicky,
sin que mediara ningún amor descarado. El resto de los empleados, eran pobres “que
no se nota” y groseros en el hablar, de ellos aprendí ese idioma, es una jerga
que domina y reemplaza la hipocresía de los llamados lenguajes educados.
En un boliche
conocido, se ubicaron detrás de mí, Cacho y su Mujer, muy hermosa y
distinguida, unos ojos enormes de gato y una trenza negra y brillante que
recuerdo con envidia. La Madre de Cacho, erguida, tan linda, que Cacho parecía
adoptado. Suegra y Nuera se querían, porque hablaban fluído en el oído y se
reían de a dos.
Enfrente estaba
Vicky, la reconocí por los claritos y por el hombrecito que tenía al lado,
encorvado y pintaba canas. Por debajo de la mesa, Cacho y Vicky se franeleaban
las piernas. No quería ser testigo de esa traición sin nobleza, me fui sin que
me vieran.
Tomó vacaciones,
Vicky y me fue saludar al regreso: —¿Sabías que me operé?
Me dio alegría,
por fin terminar con esos ojos bizcos, que tanta molestia ajena producían, giré
para mirarla y me sobresalté, sus ojos cruzados estaban igual, preguntó: —¿Te
gusta?
Se había hecho
una cirugía innecesaria en su nariz, que nadie recordaba cómo era antes.
Quedó embarazada
y tuvo mellizos, el Marido los llevó al trabajo, orgulloso. Todos quedamos muy
impresionados, uno era el vivo retrato de su menudo Marido y el otro, exacto a
Cacho.
Cuando los
chicos cumplieron diez años, el Marido de “Vizcky” (con los años la bautizamos
así), se pegó un tiro. Al mes del fatal episodio, Vicky dejó los mellizos a
cargo de una Mucama, viajó a Europa con Cacho, en un transatlántico. El Capitán
del barco, era bizco.

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