sábado, 19 de octubre de 2019

INEXPLICABLE


   Cacho era el Jefe, un tipo normal, ni alto ni bajo, ni gordo ni flaco. Cara con baches que alguna vez fueron granos, sweters bremer escote en v, de colores tranquilos, camisas impecables, pantalones comunes, buenos mocasines, como totalidad, un burgués por la mitad. A continuación de él, trabajaba Vicky, una mujer flaca, recién recibida de Abogada, que hablaba a los demás como si estuviera litigando.
   Tenía cara angosta y pelo con claritos. En ese tiempo no existían mujeres sin claritos. Y los cortes, como el de Vicky, cortos, tipo pensamiento único.
   Su larga cara, con una nariz en la que nunca reparé, porque sus ojos eran tan bizcos que le dirigían la palabra mirando su entrecejo. Los bizcos me resultaban incómodos. Cambiaba su vestuario con asiduidad compulsiva. Estaba casada con un hombre que conocí tiempo después. Cacho también estaba casado, pero eran muy camaradas con Vicky, sin que mediara ningún amor descarado. El resto de los empleados, eran pobres “que no se nota” y groseros en el hablar, de ellos aprendí ese idioma, es una jerga que domina y reemplaza la hipocresía de los llamados lenguajes educados.
   En un boliche conocido, se ubicaron detrás de mí, Cacho y su Mujer, muy hermosa y distinguida, unos ojos enormes de gato y una trenza negra y brillante que recuerdo con envidia. La Madre de Cacho, erguida, tan linda, que Cacho parecía adoptado. Suegra y Nuera se querían, porque hablaban fluído en el oído y se reían de a dos.
   Enfrente estaba Vicky, la reconocí por los claritos y por el hombrecito que tenía al lado, encorvado y pintaba canas. Por debajo de la mesa, Cacho y Vicky se franeleaban las piernas. No quería ser testigo de esa traición sin nobleza, me fui sin que me vieran.
   Tomó vacaciones, Vicky y me fue saludar al regreso: —¿Sabías que me operé?
   Me dio alegría, por fin terminar con esos ojos bizcos, que tanta molestia ajena producían, giré para mirarla y me sobresalté, sus ojos cruzados estaban igual, preguntó: —¿Te gusta?
   Se había hecho una cirugía innecesaria en su nariz, que nadie recordaba cómo era antes.
   Quedó embarazada y tuvo mellizos, el Marido los llevó al trabajo, orgulloso. Todos quedamos muy impresionados, uno era el vivo retrato de su menudo Marido y el otro, exacto a Cacho.
   Cuando los chicos cumplieron diez años, el Marido de “Vizcky” (con los años la bautizamos así), se pegó un tiro. Al mes del fatal episodio, Vicky dejó los mellizos a cargo de una Mucama, viajó a Europa con Cacho, en un transatlántico. El Capitán del barco, era bizco.

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