Acostarme en la
cama a las dos de la tarde y mirar una serie de netflix, me evita las pastillitas
para dormir, porque me duerme la película. Siento escalofríos y me pongo tres
acolchados, mojo todo el piyama, me tomo la fiebre y tengo 39°. Recordé que mi
Tía Cata se olvidó un blíster de ibupirac, me tomé tres de una vez, me da miedo
tanta fiebre.
Tarda en bajar,
entonces llamo a mi hijo que vive a 400 km de casa y le explico la situación.
—Sí, Mami, acá
estamos todos así, tomá tecitos vic y si no, hacete un jengibre hervido, con
whisky y limón. Yo Mamita te quiero, pero estoy hasta las manos con el laburo,
si no aprovecho esta ola, me comen los chimangos, justo viene un cliente, beso
y si necesitás algo, llamame.
De la bronca,
tiré el teléfono a la mierda, o sea, si yo me enfermo la soledad aprieta impía,
la muy puta. Cuando pequeña, tipo seis años y se presentaban estos síntomas,
Mamita querida decía: —Fijate en la heladera, a ver si hay algo, si no llamá a
tu Padre, a la oficina.
Un tipazo mi viejo: —Fijate en el baño, en el
segundo cajón, allí hay un frasco de vick vaporub, sacá una buena porción y te
hacés friegas en el pecho. Te presto mi pañuelo de seda, encima la bufanda de
lana de conejo y tapate con cuatro frazadas. Si te seguís sintiendo mal, no te
olvides que todo pasa en esta vida, al final te va a pasar. Decile a la turra
de tu Vieja, que lo llame a Germán Niedfeld -Era nuestro Médico de cabecera que
vivía enfrente.- Nena, mejor suspendé que le dije “turra”, porque es una
persona que no diferencia lo que está bien y lo que está mal y es capaz de
matarnos, para poder vivir sola.
Uy, qué
impresión me dio, a Mamita querida le hubiera gustado vivir sola. Al final nos
parecemos, a mí lo único que me gusta de la vida, es vivir sola. Sin matar a
nadie, eso sería mucho laburo y tengo la cuchilla sin afilar.

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