domingo, 6 de octubre de 2019

JODEN

    
   Lunes ir a los Escritorios, Bancos, volver, se olvida los anteojos. Nos fue bien, los arriendos llegaron en tiempo y forma. Cuando salimos me puse ropa de diseño, hasta tacos altos, lo pasaba cabeza y media, antes le gustaba, make up insolente, me solté el pelo y planchita,  liso como  calma chicha…
   —Vamos!, vamos!, que nos cierra todo.
   Controlaba las carpetas y los cheques. —¿Cómo estoy?
   Ya tiene el auto en la puerta. —Igual.
   Bajé el espejuelo y el pelo brillante, una pendeja. —¿No me notás nada raro?
   Le dio histeria. —Acá tengo para estacionar…¡No! La vieja de mierda me lo ocupó.
   Me doy vuelta calesita, así me ve, consiguió. 
   —Pasó el Contador y me dijo: “¡Mami!”. Después se puso rojo, se ve que me reconoció.
   Esa voz de gata alzada, me desconcha los recorridos, la necesito para todas la firmas. Tiene todo a nombre de ella, la perra, qué ganas de meterla en un taxi. Pero recordé, siempre me atienden primero, porque ella es alta y al más alto se lo respeta, encima se arregla el rouge, con la lengua afuera, los tipos mueren. Dan ganas de decirles: —No saben lo que es en casa, los pelos parados con olor a milanesa, más el del chivo, en chancletas y ese camisón con agujeros, que no se lo quita nunca.
   Me concentro en la compu, paso las boletas, hay algo que me molesta. La miro pasar y me pregunto ¿quién es esta stronza?                        

No hay comentarios:

Publicar un comentario