Jugamos a
levantar la mañana, con dos café con leche, mirando la ventana. El gato,
atiborrándose de leche tibia.
Simulada
indiferencia del perro por la miga.
Las cuentas
desparramadas,
en la mesa
donde se come.
Se conversa,
se lee,
se discute, se
recuerda.
¿Cuál es el
precio del “plan”, que pagamos nosotros?
Esto es ponerse
muy solemne.
Haremos un bollo
con las cuentas,
cagándonos de
risa del sistema.

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