martes, 24 de diciembre de 2019

TODO TRANQUILO


   —Rompí bolsa!
   En la cola del Banco, todos miraban los numeritos y la pantalla. Tenían hambre, sed y ganas de hacer pis. La bolsa que rompió la mujer, no pertenecía al advenimiento de nadie, era una bolsa de lona, se le descosió de abajo, salió toda la plata que afanó amenazando a viejos jubilados. Metía lo sustraído en el bolso y al toque cambiaba de peluca.
   Como nadie sacaba los ojos de la pantalla, juntó lo del piso y hasta un Guardia Policial, le ayudó a recolectar el faltante. Así, con la bolsa rota, fue a comprar otra y puso la vieja dentro de la nueva.
   La gente caminaba como fila de hormigas, se chocaban, el “disculpame” no existió ni de un lado ni del otro. Había un hombre tirado en la vereda, muerto, resultaba un estorbo a los caminantes con prisa y lo fueron pateando hasta la boca de tormenta, que se lo llevó.
   Obturó otras bocas y las calles se inundaron. Arrastró autos y personas. Los negocios perdieron toda su mercadería. Sólo flotaban las bolas de Navidad. La ladrona encontró un gomón de niño con un remo. Llegó al Banco, al primer piso, donde estaba el Gerente. Le dio con un remo en la testa y le sacó bolsones de dinero robado, para enriquecer el Gobierno de turno, con nuestro dinero.
   Cuando los inútiles secaron las calles, con un camión fuera de servicio, que perdía, atrás iba un municipal, con un trapo de piso.
   Ella subió a un Uber, la llevó por un lugar intrincado. Le dijo al chofer que la dejara ahí. 
   —La espero, Señora.
   —No le voy a pagar nada, lo que me cobra es un robo. Y retírese o lo denuncio por acoso.
   Y se metió en el monte, arrastrando los bolsos. Le abrió la puerta, el Guardia Policial del Banco.
   —¿Cómo fue tu día?, ¿lo pasaste bien?
   —Sí, todo tranquilo, como siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario