jueves, 26 de diciembre de 2019

EL SILENCIO DEL CAMPO


   Para acompañar a mis Padres, que es la relación más lejos que tengo, no me dejaron llevar mis dos amigas o mi novio incipiente.
   Entrar, si no llovió antes, te envuelve la polvareda, para abrir las tranqueras yo les hago de peón, ellos quedan dentro de la camioneta y yo me encargo de una, dos, tres, cuatro y después cerrarlas.
   Cuando estamos dentro, mi Madre se pone a putear los Caseros, porque desde que se fue, no limpiaron nada. Entonces se pone un pañuelo y un guardapolvo que le quedó de la escuela. No habla, no contesta, hasta que termina el último rincón.
   Trae las ovejas para que corten el pasto. Empieza a llover, las ovejas se apiñan debajo de la galería. Yo me acuesto a dormir. Da tristeza vivir en el campo, la supresión de sonidos durante la noche, el motor de la heladera me despierta sobresaltada.
   Es un disparate, pero el silencio absoluto deprime. Las estufas que no funcionan, porque las palomas hicieron nido en las chimeneas. Nadie las va a quemar. Al día siguiente, con palos largos, logramos sacarlas. Pero esa noche nos congelamos.
   Por suerte está lleno de libros y alguno bueno me sacaba un rato del lugar. No tengo mi caballo, se murió el año pasado y nadie me avisó.
   —Para no ponerte triste.-Dijo mi Padre, pero no le creí-.
   Mi Madre cocina para los tres y me acaricia el pelo, yo no le creo ninguna de sus caricias. Si se mienten entre ellos, ¿por qué me van a decir cosas verdaderas a mí?
   Papá se hace el langa, tiene una novia en el trabajo, otra en el campo, la Mujer del Tractorista y en Chascomús la Señorita Belgrano, que yo no me explico ni cómo se deja tocar la mano. También anda con mi Madre, parecen un matrimonio que funciona.
   Mamá, que no es ninguna boluda, anda con el Obispo de Chascomús, el Director de su Escuela, el vecino de al lado y allí tampoco falta mi Papá, es su Esposa y le responde los sábados a la noche.
   Son un ejemplo deplorable, pero trato que sus conductas mendaces, no arruinen estos años, de dos amigas leales y un novio incipiente, que creo, será el definitivo.
   Él, cuando se entera de algunas cosas, dice que lo más inteligente será que cuando nos casemos, nos digamos la verdad. Tomaremos distintas rutas y después, Dios dirá.
   —Igual, no lo nombres a Dios, porque trae mala suerte.

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