viernes, 13 de diciembre de 2019

ENTREVERADO CON EL RÍO


   Había rollos de festuca que los fabricaba el viento del mar y los hacía rodar por las tres cuadras del pueblito. Durante el invierno no quedaba nadie, sólo la Comisaría, donde se encontraban las llaves para alquilar casas o departamentos, durante el verano.
   Eran cajas de zapatos donde dormían apretados tres o cuatro familias, siempre alguno que dormía en la bañadera. Las viejas en la playa, todo el día con el culo para arriba juntando almejas. Los viejos, de noche, pescaban en el único muelle con medio mundo, los más expertos con caña. Había poco pique, pero algo sacaban que daba para comer.
   Allí vivía Rosaura, la Renga, a ella que era renga, le daba orgullo por el conjunto “La Renga”. El único que se escuchaba desde la Comisaría. Ella se ocupaba de limpiar, estaba tan sola que se casó con el último langa soltero, de camisa blanca, el pelo peinado a la gomina, teñido de negro hasta el bigote.
    Le llevaba a la Renga, como treinta años o más. Pareció que se casó más para que ella le limpiara, que por amor. Llegado el momento que le dio tres edificios más para limpiar, la Renga se tomó el piante y fue a vivir con el Comisario. La encerró en un calabozo, por si el otro le venía con algún reclamo. De noche, para hacer uso marital, se metía en el calabozo y galopaban hasta el amanecer.
   Luego salía y la encerraba con llave, a veces se olvidaba de llevarle comida o agua. La Renga hacía sus cosas en un balde que el Comisario pasaba por alto, hasta cuando rebalsaba. Ahí lo cubría con tapa de cartón de pizza y hacía de cuenta que no existía.
   El día que olvidó cerrarle,  la Renga, saturada del maltrato, tomó el revólver cargado, del yuta, que casi nunca lo usaba y esa misma noche, de relámpagos y tormenta, entró el comisario con el deseo a flor de piel, la Renga no le dio tiempo a nada. Le escupió la cara con un pollo bien cargado y con siete balazos sobre el corazón, lo ultimó.
   —Y para que lo sepas, voy a seguir viviendo en este pueblo…
   Le seguía hablando, pero el yuta estaba muerto.        

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