La Señora de al
lado fue a visitar a su hermana, por dos noches. Yo ando sonámbula, camino por
cualquier lado, cuando quiero abrir la puerta de abajo, me olvidé la llave.
Mientras sonambuleo, me pasan estas cosas.
El Marido de la
Señora que se fue, dejó la puerta entornada, me metí en un living, parecía mío.
Entré al dormitorio y mi Marido roncaba:
—¿No tenés ganas
de hacer otra cosa conmigo, en vez de roncar?
Con los ojos
cerrados me dijo: —¿No fuiste a lo de tu hermana? ¿No tengo derecho a dormir
dos días solo? ¿Sabés lo que podés hacer?
¡Andate a la concha de tu hermana!
(Lunfardo
callejero y en ocasiones marital.) Preferí no entender, yo no tengo hermana y
ese tipo grosero, es de otra tribu.
Me metí en mi
casa y lo desperté a Prudencio, con besitos en todo su gordo cuerpo, por fin
sucedió. ¡Todo el tiempo que le lleva! Y después es tan poco sutil, tan
explícito el gordo chancho. Hace veinte años que estamos juntos, me dio un
feroz ataque de divorcio.
A la mañana
temprano fui a ver al Abogado, se calentó con mis descripciones y se me tiró
encima, después de sentir aquel polvo sin placer, el placer fue cambiarle esta
violación para acelerar mi divorcio. El boga quiso que le pagara también al Fiscal,
que le iba a venir bien y al Juez no porque era puto.

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