sábado, 14 de marzo de 2020

MENOS ES MÁS


   El mar crece unos milímetros o centímetros por año. Esta isla la compré. Es amesetada y de piedra, entregué mi confianza, amo que el mar rodee lo que veo, es un universo personal. Hay baobabs que generaron otros árboles antiguos de raíces profundas. Tengo un amigo que no es Arquitecto, pero es tan ingenioso, él lleva en su cabeza con qué elementos se puede construir una casa en cualquier lugar.
   —Vos contame qué tipo de casa querés.-Es mi amiga más excéntrica-.
   —Quiero que tenga un ambiente cerrado con una lucarna chica y otro que reciba el sol de las tardes de invierno. Me interesa un mangrullo sólido que a los ojos parezca liviano. Allí sería mi escritorio. ¿Qué te parece?
   Me miró como a una niña vieja.
   —¿Sabés Diana? lo vamos a pensar entre los dos, primero hay que dibujar, los materiales los traemos en un minibuque.
   Yo lo escuchaba con emoción por el proyecto de la casa, su entusiasmo y porque era tan lindo y fuerte que daban ganas de invitarlo a compartir la isla.
   Nos vamos a tentar como Adán y Eva, lo invito con su novia que dicen que es rara, pero a Fito lo quiere hasta la muerte. Cerrado el problema.
   Llegó el final de obra después de dos años. Elegí el despojo en la decoración, una cama de Malasia, el diván de cuando ejercía y el escritorio de mi Padre. El resto de almohadones de países que visité.
   Un día llegaron Fito y su mujer, Nati. Fumamos lo mejor que he probado y unos tragos nos dieron vuelta.
   Nati se fue a dormir al mangrullo, mientras nosotros dormimos abajo y nos fuimos al carajo.
   Después de una semana: —Diana, tenemos que hablar, desde que vivo con Fito, nunca me sucedió lo que está sucediendo. Me di cuenta sola. ¿Y ahora?
   La miré con desagrado: —Me parece que lo mejor que podés hacer es irte.  
   Cuando llegó el minibuque, Nati partió con su mochila y saludó de lejos, con desgano.
   Fito, con asombro, dijo: —Yo no sé por qué se fue, si estábamos lo más bien.
   Por suerte se me ocurrió: —Yo sí sé por qué, estaba celosa la imbécil, todo por algunas veces que nos acostamos.
   Fito miró la casa, las palmeras y a mí. —Si no te molesta, Diana, yo me quedo a vivir aquí, si estamos fenómeno.

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