—Volviste de
Italia, ¡nada menos!, con tos, con gripe y con fiebre. Y no querés consultar
con nadie, hacete un hisopado, quedate internada, sos una desconsiderada de
mierda. Formás parte de la deshumanización que se expande más que el
coronavirus.
—Pero Mamá,
estoy curada, no me tires pálidas, quiero ver a mi novio, nos íbamos a
encontrar allá y no lo dejaron entrar, pero él sí se pudo escapar.
No entiende
nada, el mundo globalizado tiene un virus sin solución, está muriendo mucha
gente y el pánico paraliza y nos vuelve tan idiotas que no somos capaces de
exigir a nuestras autoridades mafiocráticas que provean de alcohol gel,
mascarillas, llenar de afiches las paredes, con advertencias para protegernos.
¿O acaso se creen que la vida es para hacer de la muerte otro negociado robando
nuestro dinero?
—Me vas a hacer
llorar y eso no soluciona nada. Los diarios, internet y la tele, llenan sus
páginas de miedo, salvo algunos esclarecidos como vos, que sos tan genial, que
vas a tomar un avión privado, en la pista privada, de un campo privado y hacer
un aterrizaje en otro campo de Bologna. Vos no tenés ningún derecho a
reprocharme nada. Te metés en un negocio idiota. Hacerte socia de un mafioso,
que va a construir tartanas con motor fuera de borda y velas de sedas de nylon,
para vender a burgueses de mierda y así sigue el cordón del desprecio de unos
sobre otros. Por las valijas me doy cuenta que te vas, pero a mí no me importa,
porque yo me voy a otro lado, me ofrecí para que me inocularan, un experimento
que promueve un tal vez. Mamá, te vi desde que nací, ahora no te quiero ver
más.

No hay comentarios:
Publicar un comentario