—Siempre que paró llovió. Manos de manteca
no se te puede mandar a hacer nada, rompés todo, es tu vocación. No levantás un
papel del suelo. Los calzones lavátelos vos. No me los dejes a mí. ¡Ay Carlota!
La vengo a visitar para descargarme. Clarita me da mucho trabajo, que comprame
esto, que comprame lo otro. Para Reyes le traje la Linda Miranda, la muñeca que
camina. El otro día se fue en la bicicleta de mi marido. ¡Que dios lo tenga en
la gloria y no lo vaya a largar! Ató la muñeca atrás y se fue. La corrí en la
bicicleta de mi sobrino y le preguntá a dónde iba. Voy a Villa Gesell, quiero
visitar a mis padres y preguntarles por qué no me llevaron. ¡Carajo!
—Sos insolente Clarita, carajo no se dice.
—Cómo que no, si vos desde que te levantás
hasta que te acostás vivís diciendo carajo. Carajo por esto, carajo por lo otro
y cuando te vas a dormir decís dos malas palabras juntas “¡Qué día de mierda,
carajo!”
—Como
me decís vos a mí, dios te va a castigar y mirá que dios castiga, con palo, con
rebenque y con picana.
—Cuando tus padres regresen les voy a contar
tu comportamiento. Ellos me van a decir que sos la piel de Judas. Por eso se
tomaron unos días, para descansar de vos. Gracias a mí, te quedaste conmigo.
—¿Qué quiere decir la piel de Judas?
—Quiere decir…quiere decir…pará que lo busco
en el diccionario. Acá está, lo descubrí. Quiere decir que tu piel no es común,
es de Judas, que fue un tipo de mierda, cubre tu ser y no hay jabón que lo desprenda.
—¿Y no habrá alguna pastillita para que se
pase?
—Basta estoy harta de andar con el
diccionario en el sobaco. Me gusta que te lleven hoy, de paso llévate la pileta
de lona que está llena de ranitas y las ranas, también llevalas.
—¿Qué me dice Carlota?
—Que usted es una abuela de mierda, estoy muy ocupada, váyase al carajo. Espero a mi nieta, ojalá que no sea como la suya…
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