Empiezo con llueve y no se me ocurre nada, ¡ah, sí!
Llueve y se moja
el pelo, se pega a la cara y su hartante jogging gris, siempre el mismo. Lo
lava de noche y se lo pone de día. Me llamo Generoso y lo casual intervino para
ser un tipo generoso. Bajó la ventanilla:
—Ey! José, creo
que ése es tu nombre, subí que te llevo.
No se hizo
esperar, con la última sílaba ya estaba adentro.
—¿Tiene
calefacción este auto?
Lo miré, para mi
hermana que es rara, se ha formado una pareja o una amistad o nada.
—Sí!, la prendo,
tenés frio, estás calado hasta los huesos. ¿Dónde te dejo?
Llueve y llueve.
—En mi casa.
Este Generoso,
habla todo el tiempo y los limpiaparabrisas hacen ruido. No tengo ganas de ver
a mi familia, seguro que están todos mirando Netflix, es su paraguas de la
lluvia.
—Yo vivo al lado
de tu casa, ¿puedo ir?
Generoso dijo
que sí, sería una buena oportunidad para presentarle a su hermana. José conoció
a Soledad, jugaba al ajedrez sola y él le propuso una partida. Estuvieron hasta
la madrugada y Soledad lo destrozó. Se fue sin saludar, Generoso lo acompañó a
la puerta.
—¿A qué se debió
la llegada de este tipo a casa?
Le dije que era
una buena persona, llueve, caminaba empapado, quiso ir a su casa y luego
prefirió esta, le comenté que hace tres años fuiste campeona de ajedrez y
flasheó.
—¿Qué te parece
Soledad?
Miró la copa de
los árboles, comenzaba el olor de los aromos…
—A decir verdad,
me parece un bagayo, estoy acostumbrado, son las únicas minas que me dan
pelota. Disculpá lo de bagayo, igual la salvan las tetas, el culo y que no
hable.
Me pareció una
piña su sinceridad, pero mi hermana, a veces, me daba vergüenza, usaba polleras
chingadas, remeras rotas y no se peinaba. Carne de diván, pero nadie quiso,
ella tampoco.
José y Soledad
se hicieron amigos, como maniáticos del ajedrez iban al club de ajedrez, con frecuencia.
Ella cambió su look, comenzó por peinarse, mi vieja le compró ropa cool, bajó
de peso. Usaba un apenas de maquillaje, que destacaban el color inefable de sus
ojos.
—Sole, contame.
¿Todo bien con José?
Ella se probaba
zapatos y usaba espejo para mirarse, por vez primera que recuerde.
—Sí, buen tipo,
nos intercambiamos discos de vinilo, juntamos semillas de árboles y estamos
haciendo bonsái. De plantas sabe un tocaso.
Me puse
contento, por fin mi hermana tenía un novio.
—Estás loco, jamás
tendría un novio con olor a vegano, a chivo y ese jogging gris es su única
ropa, cada uno con su mambo. No inventes, mi secreto es que hay un Profe, que
está buenísimo y me mira con ojos de “te espero”. Ya me ves, yo también lo
espero. Cuando nos enganchemos te aviso. Y basta. Ché, Generoso, ¿viste la
hermana de José, cómo te conchetea? Es alta, rubia, de ojos celestes, medio
estúpida como todas las rubias, pero un polvito no te vendría nada mal.
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