─Mami, ¿sabías que Papi va a comprar una
quinta, de regalo para vos?
─Este hombre quiere que lo mate, ¿cómo no me
va a consultar?, llevamos una vida ahorrando para que él los dilapide en una
quinta. Hasta nuestros enemigos, volverán a ser amigos por el puro interés de
usarnos la pileta, llevarse kinotos, higos, ciruelas.
─Llegás tarde como siempre, ¿con qué dinero
compraste la quinta?
─Me hice socio de mis enemigos, la compramos
entre los seis.
─Papi, acordate que los hijos de Belén hacen
pis y a veces caca en la pileta. En un día de 39 grados hay que vaciarla,
desinfectarla y luego llenarla. Belén y su Marido también hacen pis en la
pileta. No se dan cuenta que vos ponés un líquido especial que los delata
cuando aparece una mancha blanquecina que los rodea.
Dijo la Madre:
─Yo no quiero ni ver a esa gentuza, en la
quinta.
Preguntó el niño:
─¿Mami, qué quiere decir “gentuza”?
─Que no son iguales a nosotros, que somos
personas distinguidas y de ninguna manera esa “chusma” va a invadirnos. Son
seres deleznables que vienen con olor a chivo y pasan la ducha de largo,
embarran todo el piso.
El niño la miró con ojos brillantes.
─Ah, se me ocurrió, ¿y si compramos una
pileta de lona y vamos de vacaciones a lo de los Abuelos? A mí, que soy un niño
bueno y bonito me da lo mismo que sea de lona o de material. ¿Puedo invitar a
una amiguita de la escuela? Mis compañeros dicen que está buena. La quiero ver
en bikini, tiene diez años más que yo. Papi va a flashear con lo que le gustan
las pendejas.
Dijo la Madre con ira:
─¿Qué es lo que estás diciendo?
Contestó el niño:
─Estoy diciendo la verdad, después de tantos
años juntos, deberías saberlo.
Increpó la Madre:
─¿Qué cosa debería saber?
─Qué le gustan las pendejas, a mí también me
gustan, no me explico cómo a vos no te gustan.

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