viernes, 13 de agosto de 2021

SIN TURISTAS

 

   Un Ermitaño que pasó veinte años dentro de su ermita, no comió, ni bebió nunca, se sentaba en postura de yoga y dedicaba su tiempo a pensar. Vivía en un lugar tan inaccesible, hasta que un día lo descubrieron. Le hicieron una casita de madera y él la miró con desprecio.

   ─Este lugar lo construí yo, escarbé la tierra durante tanto tiempo, logré hacer una ermita y me encuentro conmigo que soy la mejor persona que conozco.

   Hablaba cinco idiomas, pudo hablar con todos los que lo visitaban. Había una joven que pasaba todos los días para charlar en su idioma:

   ─Señor Ermitaño, quiero hacer una ermita al lado de la suya. ¿Le parece mal?

   ─Y mirá, muy bien no me parece, pero eso lo construí arañando la tierra, quiero volver a mi silencio, te pido que no me hables.

   A ella le pareció perfecto, quería acallar sus pensamientos, estaba en pleno estado de confusión. El Ermitaño la espiaba, ella tardó dos años en terminarla y el ermitaño solo salió para felicitarla. Después no salió más.

   Un día ella lo fue a invitar para que conociera su ermita por dentro, él quedó admirado y ella agradecida por sus elogios.

   ─¿A qué podemos jugar?─dijo el Yogui.

   ─A mí se me ocurre una idea, revolcarnos en el barro, correr a buscarnos entre los árboles y ahí nos damos un abrazo.

   ─No tenés una idea, tenés tres.

   ─Pienso que nos haremos reposados en tierra y los turistas que vengan…

   ─No, no, no. Yo no quiero ningún turista por aquí, bastante que te acepté a vos.

   ─Hay cientos de cosas para hacer, usted está aquí desde hace veinte años. Y si ahora tiene cien, quédese tranquilo porque no se nota para nada. Es más, lo invito a dormir en mi ermita.

   El Yogui dijo que sí.

   Sintió el olor a papas fritas a milanesas, a pan recién horneado. Se le despertó el hambre y comía y engordaba. Tomaba agua todo el día.

    En el fondo le dio miedo que la comiera, pero no fue así. Hicieron el amor y el Yogui se puso al día.

   Apareció el Novio de la Joven. Encontró al Ermitaño y lo hizo astillas. Ella preparó una fogata e incendió las astillas, en vez de salir llamas, el fuego dibujaba el nombre de su amada, decía: Te quiero, te amo, te extraño y te pido por favor que no te cases con ese tipo, tiene cara de traidor.

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