domingo, 15 de agosto de 2021

PEDRO

 

   ─Y si son tan buenos, ¿por qué todavía estoy atada?

   ─Es por tu seguridad, te están buscando y tu Madre no quiere que pierdas la vida.

   ─Si yo no hice nada, quiero saber quiénes eran esos tipos que me encerraron. ¿Vos no sabés nada?

   ─Fue tu Marido el que los mandó, es un mafioso. Los mismos tipos que te raptaron a vos y lo mataron a él.

   ─Ahora entiendo un poco más, era un empresario que en vez de trabajar, sustraía. Tenía un  alto cargo en el Gobierno, la Justicia hacía la vista gorda. Y claro, yo era muy joven cuando me casé con él. Él muy viejo para casarse conmigo. Teníamos una casa en Puerto rico, viajábamos en una avioneta alquilada. En el verano íbamos a EEUU, muy seguido, como si fuera un trabajo. “Pedro, este es el décimo viaje que hacemos, al menos decime de qué se trata”, él me pegó una cachetada y me llevó ambas manos hacia atrás.

   ─Vos quedate en el molde, si te preguntan no le cuentes nada a nadie.

   Yo pensaba que el viejo era un psicópata. Entonces le pedí el divorcio y me lo negó. Cuando el Viejo se murió, empezaron las amenazas telefónicas, comenzaron a seguirme dos autos negros. Me detuve, me bajé y me acerqué:

   ─De los negocios sucios de mi Marido, yo no sé nada, les pido por favor que no me sigan más.

   Logré que no me siguieran. Y empezaron los porqués, los cómo, los cuándo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario