Todos sus hijos estudiaban en Bs As y su
Mujer pasó a mejor vida (o peor, no sabemos).
Enrico volvió de caminar sus cuatro
kilómetros diarios. Todo el camino sintió aleteos alrededor. El helecho plumoso
se había expandido formando pérgolas naturales. Había un camino marcado por las
caminatas de Enrico. Pensó en los helechos que lo rodeaban, había brisas
entrometidas que hacían un aleteo parecido al que escuchó antes. Entró a su
casa sin llave, era un sitio seguro, una cuadra de Vecinos donde se dejaban
puertas y ventanas abiertas.
Se sirvió un vaso de agua, lo dejó por la
mitad. Entró una mariposa azul tornasolado y libó en el borde del vaso. Abría y
cerraba las alas mostrando su color azul que a Enrico lo dejó torno soleado. A
veces se posaba en una de sus orejas y otras descansaba en su hombro. Dormía en
la mesita de luz. Cuando Enrico iba al baño, lo seguía hasta ahí, pero cuando
se duchaba, se retiraba de inmediato. Planeaba en el comedor, salía por una
ventana y llegaba al jardín de las delicias. Enrico cultivaba toda clase de
flores, tenía semillas extrañas que le mandaban de Brasil y Misiones.
La mariposa aleteaba todo el tiempo, parecía
que quisiera elegir bien, por fin libaba en las flores más gustosas y allí se
detenía haciendo apenas un aleteo silencioso y concentrado.
Enrico fue a la Estación de Micros porque
llegaba uno de sus Hijos. Lo interceptó la Señora de al lado:
─Qué milagro lo que ocurre en su jardín, esa
mariposa tan grande, tan suave, ¿usted sabía que no hay que tocarles las alas
porque se mueren enseguida? ¿No me la regalaría, Señor Enrico?
─No! Es mi mascota, la única compañía que me
ha quedado.
─Le voy a presentar el regalo que le hice
─dijo la Vecina que trajo de su casa un álbum.
Cuando Enrico lo abrió le temblaron las
manos. Había veinte mariposas extendidas y pinchadas con alfileres, la Vecina
le dijo:
─Ésta la hice para usted, para que siempre
la tenga presente.
Cuando Enrico la miró, era su propia
mariposa azul tornasolada. Le quitó los dos alfileres y los introdujo en cada
ojo de la Señora Vecina.

No hay comentarios:
Publicar un comentario