Esa mañana prefirió quedarse. Fui sola al
Cafecito donde me atienden dos chicas que me cuidan y me protegen como a una
niña. Así tratan a los que tenemos más de setenta años, las chicas lindas e
inteligentes. Muchas veces sucedieron accidentes, tiraba la taza encima a un
parroquiano.
Me fui de la silla para atrás, caí en el
piso y me golpeé la cabeza. Las chicas ayudaron a levantarme. Un día cruzaba la
calle, me caí largo a largo y venían los autos. Dos chicos que parecían
indiferentes corrieron ni bien me vieron y hasta quisieron pedir una
ambulancia. Yo les grité:
─Ni en pedo.
No esperaban que una Anciana les respondiera
“Ni en pedo”. Fui caminando hacia la plaza y justo en mi banco se posaron tres
benteveos y dos zorzales, no les di miedo, porque se quedaron. El sol tibio del
invierno se acostaba en mi espalda, preferí esa tibieza antes que la estufa.
Seguí caminando y encontré dos caballos de la Policía Montada.
─¿Chicos, no me dejarían dar una vueltita?
─¡¡No!!, Señora, no podemos.
Eran
unos caballos perfectos, altos, musculosos y con una cola que les llegaba hasta
el piso. No me dejaron montar, pero de tocar no dijeron nada, le toqué el
hocico y le palmeé la quijada, el caballo corcoveó y el Policía se cayó sobre
unas ramas de araucaria. Se murió de inmediato, era alérgico a las araucarias.
Se empezó a juntar gente para ver lo que pasaba:
─¡Usted tiene la culpa! El animal se asustó
cuando la vio, nos va a tener que acompañar a la Comisaría.
Le contesté que tenía que ir a la carnicería.
Logré meterme entre la gente y pasar desapercibida.
Le conté a mi Marido aquel episodio
terrible.
─Cambié de idea, vamos a tomar una gaseosa y
después damos una vuelta a la plaza.
Estaban ahí los dos, el muerto tenía la
cabeza vendada y montaba su compañero, me señaló con el dedito acusador.
Los escuché:
─Fue esa Vieja decrépita, ¿pero cuánto
tiempo va a vivir? Más de tres meses no le doy.
Mi Marido me miró y siguió caminando:
─Qué milicos de mierda, no te conté, quería
que fuese una sorpresa, nos vamos a España por tres meses, ya tengo los pasajes.
El Médico me dijo algo como les escuché a
los Policías.
─Más de tres meses ellos no creen que vayas
a vivir, disfrutemos antes que suceda.

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