Vi a mis Padres vendiendo empanadas a la
salida del Banco. Por lo menos están trabajando. Me interesó saber de qué se
ocupaba mi Viejo, cuando era rico. Acudí a un Detective privado (ahora no es
más el que apoyaba los pies en el escritorio y no hacía nada). El tipo tenía
toda clase de equipos internetianos, buscadores, custodios, GPS certeros, fotos
y videos.
A los siete días me dijo que pasara por su
despacho, él lo llamaba así, era un subsuelo de un garaje abandonado.
─El caso está resuelto, su Padre se
encargaba de armar pianos de cola, Steinway. La gente le compraba igual, por el
nombre. Sabía hacer las letras exactas. Cuando se descubrió la falsedad de
aquellos pianos, su Padre se llevó todo el dinero que tenía, para recorrer el
mundo. Cuando volvió sin un mango, pensó en usted. La realidad es que pensó
recuperar su casa, más que pensar en usted.
No me cobró nada, dijo haberme visto con una
depresión encubierta.
─Vaya m’ijito, a buscar la solución y
aclarar su pensamiento.
Pedí turno con un Psi, (no por lo que dijo
el Detective, si no para probar).
─Doctor Oliverio, ¿me podría explicar quién
soy?
─Dígame Oliverio, no más. ¿Cómo es su
nombre?
Y le dije la verdad:
─No me acuerdo.
─¿Dónde vive?
─Tampoco sé.
─¿Tiene familia?
─Qué sé yo.
─¿Sabe dónde se encuentra?
─En un Bar, bueno, Doctor Oliverio, ya le
dije bastante y hace cuatro horas que estamos hablando. ¿Cuál es el
diagnóstico?
─Mire Señor, usted tiene un Alzheimer
temprano, se puede curar.
─¿Y entonces qué hago?
─Trate de buscarse, pero la cura es por su
cuenta, además hace cuarenta y cinco minutos que hablamos, no cuatro horas.
Subí al Taxi y pensé lo que me cobró el Dr
Oliverio, en dólares, como si fuera Lacan, más o menos. Ojalá yo fuera Psiquiatra,
se gana muy bien. Cuando bajé del Taxi, me pasó igual, ojalá fuera tachero, se
gana mejor.
Hay tres cosas que me ocupan la cabeza, el
Detective, el Psico Oliverio y yo.

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