lunes, 25 de octubre de 2021

EL SECRETO

 

   Ella y yo éramos como esos jarritos de tomar café, que tienen escrito Tú y Yo encerrados en un corazón rosa. Nos juntábamos solamente en el desayuno. Si estábamos de buen humor, o sea casi nunca, nos mirábamos a los ojos para ver quién de los dos tenía lagañas. Antes de salir ella me señalaba:

   ─Andá a lavarte los ojos.

   Y yo le contestaba:

   ─Vos también, ¿por qué no te sacás la pintura por las noches?

   ─Para hacer más rápido a la mañana.

   ─¿Y adónde vas cuando te vas?

   ─Es un secreto que no te puedo decir, sino dejaría de ser un secreto. Vuelvo tarde, dormí solo, igual tengo una amiga que te puedo mandar, es muy culta sobre cualquier cosa, de todo. No pretendas hacer nada con ella, porque las partes interesantes las tiene todas suturadas, sino no la mandaría, tan idiota no soy. Va a traer libros y te los va a leer. Cuando te canses, con una tijera de uñas, la podés desuturar. Por las dudas voy a comprar un jarrito que diga: “Ella”. Dale un porro, le pega enseguida, yo la convidé por primera vez. Primero tuvo miedo y después le encantó. Cuando llegue me tomo un Lextor entero y jugamos los tres.

   ─¿Y con qué vamos a jugar?

   ─Con los juguetes de nuestro Bebé, que está en el cielo y se divertirá. O con nuestros cuerpos, están vivos y el sexo de a tres nos va a cansar. Mi amiga se va a ir por donde vino. Y hacer el amor los dos solos, nos va a completar.

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