Manuel trataba de esconder que sus dedos de
la mano derecha estaban pegados. La llevaba siempre en el bolsillo y en vez de
estrechar la mano para cualquier saludo decía:
─Le extiendo la izquierda, es mi costumbre.
A su Tío le gustaba hacer experimentos.
Probó con Manuel una goma que todo lo pegaba, llamó a su Sobrino para hacer la
demostración.
─Es un milagro, pega cualquier cosa y no
existe nada que lo pueda despegar. Hace cuatro años que trabajo en esto y por
fin salió, hasta ahora probé con objetos, ahora quiero probar con humanos y te
elijo a vos. ¿Qué te parece?
─Es una buena idea, mal no me hará, ¿no?
─Si no es nada para ingerir, como veneno, no
te va a hacer mal. Empecemos. Manuel, dame tu mano derecha y estirá todos los
dedos separados.
Le pintó con un pincel blando, dedo por
dedo, después le juntó los cinco y pidió que se quedara quieto para que secara.
Manuel quedó sorprendido, por más que hiciera toda la fuerza del mundo, los
dedos no se separaron. El Tío hizo lo posible con limas y una pequeña sierras
eléctrica, pero lo único que logró fue que sangrara.
─Manuel, sale mucha, lo mejor es pegarlos de
nuevo.
Apareció su Madre, una mujer muy tranquila,
le importaba más lo que pensaran los otros que la salud de Manuel.
─Vamos a decir que se volvió palmípedo de un
día para otro ─dijo su Madre.
─También puedo hacer lo mismo con tu mano y
empiezo ya mismo.
─Manuel, te informo que este gusano es tu
Padre.
─Y mi otro Padre, ¿es de mentira?
─Una mentira piadosa, la cual él aceptó. No
podía tener hijos, se consideró tu Padre verdadero.
No, no, no. No quise escribir esto, no es un
Cuento, es un disparate que no conduce a ningún lado. Vamos a cambiar de
conductor, no manejo más, ahora manejalo vos, a ver a dónde vas…

No hay comentarios:
Publicar un comentario