miércoles, 13 de octubre de 2021

RUTA 3 (Parte VII)

 

   Un Tío político, Roberto, diseñó la nueva casa. Era un Arquitecto que vivía en Buenos Aires. Mi Viejo la construyó en el predio que le quedó. Ya empezaba la invasión del cemento y el aventanamiento exagerado. Hizo tres estufas de leña. Papá era Director de sumarios en la Gobernación, eso le permitió pagarle todo a Roberto. Él amaba la tierra y los árboles, Papá prefería la pura llanura lisa y no quiso ningún árbol.

   ─Bueno, Jorge, permitime ocuparme del césped, frente a la galería.

   ─¿Y quién lo va a cortar? ¿Vos?

   ─No, las ovejas, le tirás quince y te dejan algo parecido al pasto inglés. Cuando esté listo, las sacás, sino te van a cagar la galería.

   En plena época de la Dictadura Militar, allanaron la casa. Mamá estaba furiosa. Cuando iban por el garaje y lo cerraron, les gritó:

   ─Estoy haciendo milanesas, abran esas puertas, así establezco corrientes de aire para que no llenen de olor toda la casa.

   Mamá sería lo que fue, pero no se le podía negar su valentía, les pidió que se fueran de inmediato, allí no tenían nada que hacer.

   ─Encima me hicieron mierda el césped con tres camiones recién comprados por ellos.

   Los Milicos se fueron cagados de risa. Ella les gritaba:

   ─¡El que las hace las paga! ¡No tanta risa!

   Yo viví cuatro años en un sótano que construyó Roberto, cubierto de alfombras, leí, escribí y jugué hasta las bolitas. Casi me vuelvo loca. Hasta que otro Tío, mi Padrino, consiguió mi pasaje a Venezuela por un año. Papá se encargó de quemar todos mis libros, hasta “El Principito” estaba prohibido.

   Volví a mi casa después de una década. Quería estudiar Oceanografía en Isla Margarita, pero por varias razones no pudo ser. Me tuve que conformar con una pecera.

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