─¿Y cuándo me operan?
─Mañana, preciosa, no pongas esa cara de
susto, te dan una inyección finita y te dormís. Vas a tener sueños lindos y
cuando despiertes: ¡Ya está!
─Mami, no quiero quimios y estar con náuseas
todo el día, tampoco radioterapia, ni nada, dejo los pelos en la almohada no
uno o dos, mechones. ¿No me podés pelar?
─Tu Papi no va a querer, pero si es tu deseo
te rasuro ya mismo.
Me miré en el espejo y era la superficie ideal
para tatuarme una vaquita de San Antonio. Dicen que traen suerte. Mi compañero
de al lado se hizo tatuar un puñal chiquito. Hay un sólo Enfermero por piso. Sentimos
sus pasos por la noche, prende la luz y nos da una inyección a cada uno. Le pusimos
de nombre: Flecha Veloz, con él no duele nada.
─Quiero que me tatúes una vaquita de San
Antonio.
─Mi única condición es que no le digan nada
a nadie o pierdo este trabajo encantador.
Le dije:
─Te lo juro por Dios, que me caiga muerta ─crucé
mis dedos.
─Estás equivocada, no es así, te vas a caer
viva, te lo juro por mí.
Mi compañero me dijo que me quedaba refashion.
─Mamá, pedile al Ciruja operarme de una vez,
el nódulo crece y no quiero más inyecciones.
Mi intervención duró tres horas y
descubrieron que el nódulo era ¡benigno! El Médico, cara de poste, dijo que fue
un error de diagnóstico, los síntomas indicaban un cáncer galopante. Lo dijo
mirando a mis Padres, a mí no me miró ni una sola vez, mientras él hablaba le
hice fucking todo el tiempo.
A mi compañero le pasó igual, estamos juntos
en la Terapia. Llegamos a un acuerdo, en cuanto nos den el alta, nos vamos a
hacer los dos un piercing en la nariz. Lo negro viró rosa, cuando me pidió que
fuera su novia. Yo acepté. Flecha veloz se ofreció a perforar nuestras narices.
Ahora que soy grande, lo busqué en su
Estudio:
─Tengo veinticinco años menos que vos y mi
Eros dicta que me pinches en el lugar donde vamos a disfrutar los dos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario