Ni me acuerdo dónde lo conocí. Esperaba otra
persona, pero por desgracia fue ésta, hijo de Madre perversa y de Padre
pijotero. Cuando me presentó no les gusté a ninguno de los dos. Mejor, no quise
verlos más.
Con tal que esté con él, no le importaba
nada. Quería dormir conmigo, pero siempre me negué, eso sí lo recuerdo. Teníamos
piezas separadas y él por las noches me espiaba, cuando cambiaba mi ropa, por
un insulso camisón.
Le pegué chicle a la cerradura y a todas las
rendijas. Era pajero genético. Me daba tanto asco que nuestro lenguaje se
redujo a un sí o un no. Casi siempre era un no de mi parte y un silencio de él.
Mis Padres murieron juntos en un derrape del
auto. Yo tenía tres años, mi Tía Nela me hamacaba en el jardín para que no
presenciara las lágrimas de los otros. Protegía a la hija de su hermana con
dedicación y paciencia. Fui una niña insoportable para todos. Para ella que era
soltera y sin hijos, le asombraba mi comportamiento. Me daba bronca no tener a
mis Padres conmigo.
Cuando fui grande, contraté un Detective
público, con el dinero que le robaba a mi Tía Nela.
─Tus Padres están muertos, ¿cómo querés que
los encuentre?
─Es tu oficio, si están muertos inventalos,
esto último va con un plus interesante. Te dejo estas fotos, quiero que se
parezcan a ellos.
Y los encontró, era bueno en su oficio. Nos
presentaron, simularon que me querían. Parecían una pareja de la Villa 31. Traté
pero no pude, igual, ¿para qué? Eran pobres y ordinarios.
Me presenté en la oficina del detective y le
pedí que me cojiera. Hacía mucho que no lo hacía, con el agregado de su miembro
tipo morcilla parrillera. Al poco tiempo me casé con él. Y después me separé.
Los hombres no sirven ni para eso.

No hay comentarios:
Publicar un comentario