─Hace dos años que estoy sin trabajo, quiero
que me entiendas, yo no elegí ser zorra, me eligieron a mí. Tengo el uniforme
azul, el rodete en la nuca, unas babuchas desteñidas y botas casi sin suela,
todo fue de una compañera muerta en Servicio. Gracias a ella no me tuve que
comprar nada. No gano muy bien, Mamá, es una oportunidad, si en tu juventud vos
también fuiste zorra, gracias a eso nací yo. No me cortes, Papá decía que eras
una zorra, a él no le importaba si traías algún dinero a casa. Y trajiste
bastante, pero yo nunca te veía, trabajabas todo el día. Dejate de joder, no
fue un laburo digno. Y ahora me venís con reproches, yo laburo en la calle,
pero a mí nadie me toca el culo. Sobre todo si ven que estoy armada. A veces se
acerca algún tipo, que aburrido me pregunta cuánto le cobro por tocarme el
culo. Son 100 pesos, le digo y el tipo me paga. Hay otros tipos que me proponen
lo mismo, yo les digo que sí a todos, esto me sucede en las rondas nocturnas. Basta
que sean jóvenes y limpios, los llevo al Departamento de Policía. Saludo, nadie
me contesta, porque hay un sólo Oficial y está dormido. Voy hasta el fondo,
donde hay un cuchitril y puedo hacer cualquiera, alguno me propone que me quite
el uniforme para ponérselo él, son enfermos, pero pagan muy bien. Tuve una
propuesta de un loco que tenía ganas de meterme el caño del revólver en el
culo, por supuesto le saqué las balas y lo dejé. Ese me dio poca guita. No le
dije nada, pero lo detuve 24 horas. La cosa, Mamá, es que mi sueldo se cuadriplica.
Por eso te puse en ese Geriátrico con jardín. Me enteré que curtís con el
Enfermero, seguís siendo una zorra. A mí me parece que es de familia, qué
querés que te diga. Te llamo cuando me den el Ascenso, depende del capo de
aquí, quiere cojerme con el uniforme puesto, por si las moscas. Tiene un
revólver bien cargado, seguro que me entendés.

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