sábado, 2 de octubre de 2021

LOS GRANDES SON BUENOS…A VECES

 

   El Fin de Año no lo festejan, lo lloran. Coincide con el mismo día en que murieron mis Abuelos. Yo no los conocí. Pasaron veinte años y ellos los siguen llorando.

   Cuando empiezan los fuegos artificiales unos tras otros, voy al medio del campo y puedo verlos quemando el cielo haciendo dibujitos. Miré para mi casa y vi a Mami, me miraba por la ventana llamando con la mano.

   ─Faltan seis días para que vengan los Reyes Magos, acá tenés un papel, les podés escribir una carta breve, porque ellos tiene millones de cartas para leer. A lo mejor se confunden de cartas, poneles bien grande tu nombre.

   “Queridos Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltazar. Me conozco sus nombres de memoria. Quiero que me regalen una bicicleta roja con luces por atrás y por adelante y una bocina de auto para que me dejen pasar primero. Muchas gracias, los espero con un gran balde con espinaca y huevos fritos y una botella familiar de coca cola. Ya que estoy les pido que el año que viene me dejen dar vueltas en camello y ningún regalo, con eso sería más que suficiente. Nos vemos, les mando un grandííísimo abrazo a los tres.”

   ─A ver, mostrame esa carta ─dijo Mamá.

   ─No, Mami, ésta es correspondencia privada, vos te podés encargar de llevarla al Correo.

   Al amanecer escuché unos ruidos de celofán. Seguro que eran ellos, pero me hice el dormido, sé que a ellos no les gusta que los vean. Cuando llegó la mañana me encontré con una bici roja con luces en todas partes y una bocina de auto, me pareció que era del auto viejo de Papá. Este año los Reyes estuvieron tan generosos,  me quedé pensando que tal vez tenían algo que ver con los ascensos que mi Papá tuvo en su trabajo.

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