—Mami, conseguí
una novia!
—¡Contame, te
pensé clausurado en tus trabajos.
—Mirá, tiene
tatuajes hasta en los cachetes.
—¿De la cara?
—Sí, acertaste,
en los glúteos también, pero si no los muestra, ni te enterás. No estudia, no
trabaja, fuma porro todo el día, toma birra sin parar y lo que más le divierte
es pinchar forros.
—¡Cómo me contás
eso, me vas a matar!
—Má, vos me
decís siempre que use forro, si la minita los pincha, no es mi problema. Ocurrió,
quedó embarazada. Vino a casa llorando, me acordé de tu consejo. Cuando la
minita dijo: “Esto no tiene nombre”, le contesté: “Ni apellido tampoco, porque
yo me rajo”.
—Hiciste bien,
hijito, no es un buen perfil para el cargo de Canciller que te ofrecieron en
Venezuela.
—Por supuesto,
Má, cae de maduro.
—Haceme caso,
buscá una esposa irlandesa, polaca, rumana, ucraniana, esa es buena gente,
decentes y fieles. Ni se te ocurra una argentina, ya viste lo que son, ¿Y si le
pedís al mafioso que te nombró, que te cancilleree en el Primer Mundo?
—¡Vieja, sos una
genia!
—Tené cuidado el
lugar que elijas, hay bombas en cualquier lado.
—Madre, en
Polonia están acostumbrados, vas a conocer una nuera polaca de primera mano. Me
contaron que hay vírgenes por allá ¿Será cierto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario