Le decían el
Hombre Ilustrado, pensé que era por el cuento de B. El nuevo barrio que dieron
en llamar “Manos a lo que sobra”, no tenían número las casas, era noche cerrada
y me dio pena ver como buscaba de un lugar a otro. Nos saludamos, no se veía pero
escuché su voz joven —Si fuera tan amable de indicarme, cuál es la casa que me
corresponde.
—La única
desocupada ha de ser, sígame, tengo linterna.
Llegó en una
camioneta con caja grande, donde había algunos muebles y como diez cajones verduleros,
repletos de libros con ganas de caerse. —Le voy a ayudar, si lo hace solo le va
a agarrar el día.
Aceptó y
agradeció. Lo que dio más trabajo fueron los libros y nos agarró el amanecer
nomás.
—Disculpe, no
tengo mucho dinero, pero con 700 ¿Le parece que estará bien?
—¡No mijo! Acá
nos ayudamos entre todos y nadie le da un mango a nadie, a lo sumo unos mates.
Eso sí, entre tanto libro ¿No tendrá alguno de Bradbury? A préstamo, claro. Mi
viejo, que en paz descanse, tenía la colesión completa, él me enseñó a leer y
escribir, decía que B. era el mejor escritor que había. Se nos quemó el rancho
junto con los libros y mi viejo, carajo. No le voy a hacer perder el tiempo con
cosatriste.
—Al contrario,
amigo, me hizo ganar tiempo, mostró una parte de su vida, a mí me gusta
aprender de la buena gente.
Era un hombre
ilustrado, hablaba como un profesor. Cuando dijo permiso y quedó en malla,
porque se suda en una mudanza, tenía un tatuaje al lado del otro. Cómo sería de
ilustrado el chico.
—Con este lío no
me presenté, soy Rafael Moreno, me nombraron Director del Colegio de este
barrio, también seré el Maestro de todos los que quieran asistir.
Lo anoticié que
la Escuela no tenía un nombre, le decían la 71 y hacía años que no se usaba.
—No lo tome a
mal, pero si nosotro le ayudamo con eso que es tapera, ¿le podemos poner el
nombre?
—Delo por hecho
amigo ¿Qué nombre les gustaría?
—Le hacemo nosotros
el cartel, se va a llamar “Manos A Lo Que Sobra”.
En dos años todos aprendieron a leer y
escribir. Le ponía garra el hombre. Los sábado, daba clase de tatuaje, para que
los chico no se hicieran carnicerías. Durante ese tiempo, el Ministerio de
Educación, le pagó tres sueldos y luego si te he visto no me acuerdo. Nosotro
le damo de comer, las Doñas le lavan la ropa y le planchan, le limpian la casa
y la Escuela.
Un día nos
reunió —No quiero que me ayuden más, o me van a hacer llorar. Los que me tiene
que pagar son los corruptos de mierda del Ministerio de Educación.
Nosotro le
enseñamo a decir mierda.

No hay comentarios:
Publicar un comentario