martes, 29 de agosto de 2017

MISTERIO DE EDUCACIÓN



   Le decían el Hombre Ilustrado, pensé que era por el cuento de B. El nuevo barrio que dieron en llamar “Manos a lo que sobra”, no tenían número las casas, era noche cerrada y me dio pena ver como buscaba de un lugar a otro. Nos saludamos, no se veía pero escuché su voz joven —Si fuera tan amable de indicarme, cuál es la casa que me corresponde.
   —La única desocupada ha de ser, sígame, tengo linterna.
   Llegó en una camioneta con caja grande, donde había algunos muebles y como diez cajones verduleros, repletos de libros con ganas de caerse. —Le voy a ayudar, si lo hace solo le va a agarrar el día.
   Aceptó y agradeció. Lo que dio más trabajo fueron los libros y nos agarró el amanecer nomás.
   —Disculpe, no tengo mucho dinero, pero con 700 ¿Le parece que estará bien?
   —¡No mijo! Acá nos ayudamos entre todos y nadie le da un mango a nadie, a lo sumo unos mates. Eso sí, entre tanto libro ¿No tendrá alguno de Bradbury? A préstamo, claro. Mi viejo, que en paz descanse, tenía la colesión completa, él me enseñó a leer y escribir, decía que B. era el mejor escritor que había. Se nos quemó el rancho junto con los libros y mi viejo, carajo. No le voy a hacer perder el tiempo con cosatriste.
   —Al contrario, amigo, me hizo ganar tiempo, mostró una parte de su vida, a mí me gusta aprender de la buena gente.
   Era un hombre ilustrado, hablaba como un profesor. Cuando dijo permiso y quedó en malla, porque se suda en una mudanza, tenía un tatuaje al lado del otro. Cómo sería de ilustrado el chico.
   —Con este lío no me presenté, soy Rafael Moreno, me nombraron Director del Colegio de este barrio, también seré el Maestro de todos los que quieran asistir.
   Lo anoticié que la Escuela no tenía un nombre, le decían la 71 y hacía años que no se usaba.
   —No lo tome a mal, pero si nosotro le ayudamo con eso que es tapera, ¿le podemos poner el nombre?
   —Delo por hecho amigo ¿Qué nombre les gustaría?
   —Le hacemo nosotros el cartel, se va a llamar “Manos A Lo Que Sobra”.
   En dos años todos aprendieron a leer y escribir. Le ponía garra el hombre. Los sábado, daba clase de tatuaje, para que los chico no se hicieran carnicerías. Durante ese tiempo, el Ministerio de Educación, le pagó tres sueldos y luego si te he visto no me acuerdo. Nosotro le damo de comer, las Doñas le lavan la ropa y le planchan, le limpian la casa y la Escuela.
   Un día nos reunió —No quiero que me ayuden más, o me van a hacer llorar. Los que me tiene que pagar son los corruptos de mierda del Ministerio de Educación.
   Nosotro le enseñamo a decir mierda.

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