domingo, 20 de agosto de 2017

¿SE PUEDE PATENTAR EL SOL?


   Los hermanos eran como Caín y Abel, así decía la cocinera que los vio nacer. Jorge era un ser de luz, no necesitaba ir a misa, decía su madre, nació santo. Pregunta que le formularan era —Contento.
   —¿Cuántos años tenés, Jorge? -Interrogaban las tías para reírse-.
   —Contento.
   O—¿Te gusta ir a la Escuela?
   —Contento.
   Como si el mundo, con sus dos años, tuviera la misma y única respuesta: —Contento.
   Estando de vacaciones en Chascomús, Agosto de 1928, durante las mañanas, cada hermano tenía una bacinilla que resultaba un lugar obligado, se los sentaba de prepo a la misma hora. El más grande, al que le decían Caín, luego lo modificaron por Caíto.
   Aunque el primer nombre le iba perfecto, decía Justa, que les hacía de Nana, ninguno tenía ganas de hacer lo correspondiente y jugaban sentados en las bacinillas carreras con las piernas, los recipientes eran butacas imaginadas, siempre ganaba Caíto. A su hermano no le molestaba, su madre, temiendo que Jorge entristeciera por perder, le preguntaba —¿Cómo te sentís hijito?
   Jorge contestaba. —Contento.
   No guardaba ningún rencor a su hermano. Una mañana habitual de sentarse, en lo que ellos daban en llamar autitos de carrera, Jorge quiso correr tras su hermano, pero no pudo, su pierna derecha quedó rígida e inmóvil.
   La familia llevó el niño al médico más próximo, ansiando que el Dr respondiera: Calambre prolongado o algún episodio pasajero.
   El Dr no sabía cómo decirles, los conocía de recién nacidos y Jorgito era su predilecto. Eligió palabras para cortarle dramatismo, llamó a sus padres aparte. —Contrajo Poliomelitis, no tiene cura, sólo placebos.
   No se sabía de la vacuna antipolio, aún no la habían descubierto. Años después, cientos de miles de personas se salvaron gracias al investigador., Dr Salk. El padre lo llevó en brazos hasta la casa. Ocupó un sillón prohibido para niños, sólo el padre lo usaba por tener almohadones de duvet y un color inefable. Jorge, que tenía dolor y asombro sonrió cuando lo depositaron en el sillón prohibido. La cocinera lloraba, Justa lloraba y los padres no lograban contenerse.
   Su Mami hizo un personaje despreocupado y amorosiento, le preguntó con voz tranquila. 
—¿Cómo te sentís, Jorgito?
   Él apoyó sus ojos, en los ojos de su madre y respondió: —Contento. 
                                              

No hay comentarios:

Publicar un comentario