jueves, 24 de agosto de 2017

ÚNICO

                               
   Todos los matices, como una vida, como cualquier vida. Por eso lo compró, invirtió el dinero que tenía para sus vacaciones. Lo colgó en medio de una pared blanca, único cuadro en la casa. El único sillón que le dejó el divorcio lo ubicó justo enfrente. Cuando miraba concentrado, descubrió algo de su pasado, de su presente y nada de su futuro.
   Desde la posesión del cuadro sintió que no era el único que moraba en esa casa de aristas similares a espadas acechantes. Sonó el último timbre que olvidó quitar, abrió mecánico. —Buen día señor, los conteiners de afuera ¿Ud está seguro que los quiere tirar?
   Él contestó sonambuleando. —Sí, es obvio, sino vivirían conmigo, dentro de casa, tome lo que desee, ellos están en libertad.
   Al hombre le pareció extraña la respuesta, escuchó cerrar la puerta con firmeza sin ruido. Volvió al cuadro, encontró en un rincón lluvia dibujada. Abrió la ducha del baño. Lo vio diferente en el cuadro, la lluvia ahora era verdadera.
   La bañadera rebalsó hasta el sillón, cuando sintió los pies mojados decidió meterse, le haría bien, pensó, sumergió hasta la cabeza y con una navaja encontrada hendió la carótida. Se incorporó, vislumbró el cuadro, la palabra dibujada era FUTURO.
   Al hombre que vaciaba los conteiners, le llamó la atención el agua roja que salía debajo de la puerta.
   Cargó casi todo en su camión.
   El motor parecía decir: —No es problema mío. No es problema mío. No es problema mío.   
   Era noche cerrada con niebla.
   Chocó con un semáforo, lo vio un Policía que dijo: —Terminé mi turno, no es problema mío.
                                                

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