jueves, 14 de mayo de 2020

¡ACÁ TÁ!


   Quedamos en encontrarnos a las 19 hs, en la puerta del Restaurante. Casi junto con nosotras, entraron Elisa y él. Me di vuelta para mirarlo, no sé por qué, él ni me reconoció.
   Elisa sí, vino y me dio un abrazo y el consabido: —Cuánto tiempo hace.
   Encarrilé en la misma dirección, me alejé de aquella bienvenida, Elisa estaba cargada de olor a él.
   —Te voy a presentar a mi futuro, uy, desapareció justo. Es muy de desaparecer.
   Si sabré yo que es muy de desaparecer.
   —Mejor entro, a ver si, después en el postre o cuando puedas.
   Miró a mi amiga de reojo.
   —Vení para que te lo presente. Vas a ver que te va a gustar.
   El caradura nunca le dijo nada. Me levanté para ir al baño, mientras mi amiga devoraba chancho frito. Había una silla libre y me senté, Elisa puso cara de contenta y ojos de celos infundados. Se notaba que algo ocultaba. Fue muy extraño, no me lo presentó. Hablaba ella sola de cosas que a mí no me concernían.
   —Presentame a tu amiga, la conozco de algún lado, o también puede ser que la haya confundido.
   Elisa siguió con su perorata, quería tapar lo que se avecinaba. Cuando logró detenerse, le cedió el espacio.
   —Debe ser que Elisa me habló tanto de vos, que es como si te conociera.
   —No hay mucho para decir de mí.
   Se le subió el vino a la cabeza y dijo que fue en otra vida, tal vez fuimos novios. Elisa tenía ganas de sacarle los ojos.
   —¿En otra vida dijiste?, mentiroso, hipócrita, traidor. ¿Cómo me proponés que nos juntemos, si todavía estás casado con la amiga de mi infancia?
   Aproveché para arrojar algo mentido: —Tiene razón Elisa, sos mi Marido y tenemos tres hijos, me parece prudente salir de aquí. Sigamos en la calle.
   Me levanté y me fui, caminé despacio, compré un cucurucho para mí y un kilo de helado para mis hijos. Por el reflejo del vidrio, vi que estaba él. Me di vuelta para mirarlo. Subió al auto de Elisa y se escuchaba que discutían.
   Entré a casa y los chicos me arrebataron el helado. Por suerte estaba mi Marido, arreglando la cañería, nos dimos un beso chuponero.
   —Apropósito, ¿cómo te fue con tu amiga en el Restorán?

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