—Necesito verte
ahora.
Barbi lo
reconoció enseguida: —Después de haber desaparecido diez años, me llamás.
—Estoy en una
encrucijada, me sigue la Policía, el FBI, Valentina y mis tres hijos. Me tengo
que esconder, es ideal tu casa, a nadie se le ocurriría que me escondo en lo de
una persona que odio. Todos saben que te deseo lo peor y me gustaría que
hubieras muerto, el mismo día que me largaste.
Craneó lo que
estaba en sus manos hacer. Trató de olvidar el pasado, para que le permitiera pensar.
—Charly, acá
tengo una habitación secreta, con una puerta trampa, venite hasta aquí
caminando, para que nadie se dé cuenta. Ponete cerca de la puerta y te hago
entrar.
—Barbi, valés un
millón, te debo diez años de ausencia.
—A cambio que me
cuentes qué fue lo que pasó.
—Mi actual mujer
tenía en el sótano, seis millones de dólares. El día que fue a visitar a sus
Tías, me apropicué del dinero, como generoso que soy, le dejé tres millones.
Creo que es suficiente. Ahora voy para allá.
Estaba como lo
dejé, la misma cara y un bolso de dimensiones considerables.
—Acá traigo mi
parte del botín, te cedo un millón. Me sucedieron otras cosas, quise hacer
escalones en los árboles, con una sierra eléctrica, había un podador haciendo
lo mismo que yo, vi una rama que me servía y era la pierna del podador, por la
sangre me di cuenta que una rama no era. Llevé la sierra para defenderme de
algún otro incidente. Cruzó entre mis pasos el gato preferido de mi mujer.
Pensé en una serpiente y con la sierra lo partí en dos. El Seguridad del
country apoyó la mano en el picaporte del auto y le serruché el brazo. Viste
que yo soy bueno, le hice un torniquete y lo rodeé de papel cocina. Estaba tan
nervioso que choqué un Micro Escolar, bajé del auto para mirar y justo explotó.
Más de diez chicos y el Conductor, saltaron en pedazos, algunos en el asfalto y
otros en la banquina. Parecía un accidente, eso me dio tranquilidad. A quien
más temo es a mi Esposa y los chicos, hasta ahora están todos detenidos, por
homicidio culposo. Los acusan de ser autores de toda esa carnicería. Cuando llamé
por teléfono para decir que fui yo, en quince minutos escuché las sirenas. Como
verás te vuelvo a dar las gracias, por permitir que me escondas aquí. Antes de
cerrar la ventana, mirá lo que sucede en la calle.
—Hay un incendio
lejano, pero llegaron los Bomberos, debe ser el micro que estalló. Hiciste
barbaridades, tenés tu escondite armado. Todo es a cambio de algo, me tenés que
dar los dos millones que te quedan. Igual voy a llamar a la Policía, yo no
quiero cargar con semejante quilombo, quiero que sepas que además, yo también
te quiero.

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