martes, 19 de mayo de 2020

LAS RAMAS


  —Necesito verte ahora.
   Barbi lo reconoció enseguida: —Después de haber desaparecido diez años, me llamás.
   —Estoy en una encrucijada, me sigue la Policía, el FBI, Valentina y mis tres hijos. Me tengo que esconder, es ideal tu casa, a nadie se le ocurriría que me escondo en lo de una persona que odio. Todos saben que te deseo lo peor y me gustaría que hubieras muerto, el mismo día que me largaste.
   Craneó lo que estaba en sus manos hacer. Trató de olvidar el pasado, para que le permitiera pensar.
   —Charly, acá tengo una habitación secreta, con una puerta trampa, venite hasta aquí caminando, para que nadie se dé cuenta. Ponete cerca de la puerta y te hago entrar.
   —Barbi, valés un millón, te debo diez años de ausencia.
   —A cambio que me cuentes qué fue lo que pasó.
   —Mi actual mujer tenía en el sótano, seis millones de dólares. El día que fue a visitar a sus Tías, me apropicué del dinero, como generoso que soy, le dejé tres millones. Creo que es suficiente. Ahora voy para allá.
   Estaba como lo dejé, la misma cara y un bolso de dimensiones considerables.
   —Acá traigo mi parte del botín, te cedo un millón. Me sucedieron otras cosas, quise hacer escalones en los árboles, con una sierra eléctrica, había un podador haciendo lo mismo que yo, vi una rama que me servía y era la pierna del podador, por la sangre me di cuenta que una rama no era. Llevé la sierra para defenderme de algún otro incidente. Cruzó entre mis pasos el gato preferido de mi mujer. Pensé en una serpiente y con la sierra lo partí en dos. El Seguridad del country apoyó la mano en el picaporte del auto y le serruché el brazo. Viste que yo soy bueno, le hice un torniquete y lo rodeé de papel cocina. Estaba tan nervioso que choqué un Micro Escolar, bajé del auto para mirar y justo explotó. Más de diez chicos y el Conductor, saltaron en pedazos, algunos en el asfalto y otros en la banquina. Parecía un accidente, eso me dio tranquilidad. A quien más temo es a mi Esposa y los chicos, hasta ahora están todos detenidos, por homicidio culposo. Los acusan de ser autores de toda esa carnicería. Cuando llamé por teléfono para decir que fui yo, en quince minutos escuché las sirenas. Como verás te vuelvo a dar las gracias, por permitir que me escondas aquí. Antes de cerrar la ventana, mirá lo que sucede en la calle.
   —Hay un incendio lejano, pero llegaron los Bomberos, debe ser el micro que estalló. Hiciste barbaridades, tenés tu escondite armado. Todo es a cambio de algo, me tenés que dar los dos millones que te quedan. Igual voy a llamar a la Policía, yo no quiero cargar con semejante quilombo, quiero que sepas que además, yo también te quiero.

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