—¿No vas más a
la Iglesia?
—Sí, voy, pero
ahora se transformó en comedor. Yo preparo la comida, hago tartas, puré,
lechuga, zanahorias. Sin postre. Comienzan a silbar y golpean la mesa con los
cubiertos. Quieren el postre. Es más, me parece que van por el postre.
—Llevate a Sara,
te la presto, te ayuda a lidiar con esa gentuza.
—Mamá, ella es
judía, se corta las venas antes de entrar a una Iglesia Católica. Además es mi
amiga.
—Te dije mil
veces que no te juntes con la Sirvienta. Es adorable, servicial, obediente,
pero no te olvides que es judía.
Mi Madre es como
un Hitler en escala, racista, xenófoba. Sara es, no por su religión, ella es.
—Te ve la gente,
van a pensar que somos moishes. Viste cómo son, involucran a toda la familia.
—Sí, claro,
después viene el Ku klux Klan y los queman a todos.
—El Ku Klux
Klan, salvaguarda nuestra sociedad, son una protección, impiden que nos
contaminemos con la chusma. No te olvides que vos provenís de una familia
aristocrática.
Yo voy con mi
novio, que se quiere casar conmigo porque somos ricos. Él lo propuso, así,
completo. En la boda podemos tirar tu casa por la ventana.
—Pamela, te pueden
agredir, pegar o violar. Las personas están divididas.
No creo que me
violen, son muchos. Si eso se produce, le cuento a mi Novio. Ya estaré
entrenada. Él tendrá menos laburo la Noche De Bodas. Mi dilatación con tantas
violaciones, lo va a hacer flotar adentro mío.

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