Tenía que llegar
a la calle Garay. Había tantas manifestaciones, que mi destino quedaba lejos.
Me arrastraron por el piso y me llevaron en andas, acostado, y yo pasaba de
manos en manos. Pude salir porque terminé en el suelo. Corrí al Subterráneo
pensando que estaba vacío.
¡No! Eran un
grupo de Policías, cuya protesta pacífica, fue arrojar las esposas a la
escalera, como símbolo de paz para aumentarles sus sueldos. De pronto me
golpearon con las esposas y desmayé en un escalón. Tenía un chichón en la cabeza,
que parecía un pomelo. Vi a mis pies botas de Yuta, seguro que me llevaban.
Alguien pidió
que me levantara y le pasara la mano por el hombro.
—Tranqui, fuimos
compañeros de Secundaria, vos no te acordás, pero yo sí. Vamos a caminar por
este túnel. Buenos Aires, está lleno de túneles, con distintos recorridos. Me
los conozco todos. ¿Vos a dónde tenés que ir?
—Calle Garay
entre Catamarca y no sé bien, pero tengo el número anotado.
—Nos faltará, un
túnel y medio. ¡Mirá, se ve el final con luz!, a ver esperá.
Se quitó los
arneses policiales y quedó en pelotas.
—Prestame tu
piloto, no voy a salir así. Y te invito a mi casa, tomamos un café, cognac
caliente, lo que quieras. No soy Policía, soy espía de Policía.
Al segundo trago
se puso cachonda y esperaba algo más. Me negué.
—Mirá, mi Mujer
es como una Policía y su placer es espiarme. De lo que estás pidiendo en silencio, no acostumbro ser
infiel a mi Mujer. Y mucho menos con vos, te recuerdo clarito, una Policía por
vocación.
Pegué la vuelta
y ella estaba apoyada en el marco de la puerta, con mi piloto abierto. Me tomó
de la nuca, como los que saben llaves para inmovilizar. Yo no pude hacer nada,
ella me llevó con destreza. Fue dentro de su casa, dentro de su cama. Sus
microtúneles, eran de esos que te perdés y no podés llegar a casa, ni
encontrarte con tu Mujer. Es demasiado doloroso. Mejor seguir aquí, esta Mujer
conoce todos los túneles y yo conozco otros. Nos perdimos juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario