viernes, 19 de agosto de 2022

ROUND TRIP

 

   Entró por derecha, no hubo padrinos y pasó por un examen de aptitudes, para la tarea que le fue asignada. Era de contextura frágil y el silencio la envolvía. El día que empezó, tenía que tipear un discurso, para el Jefe peripatético e ignorante, arde el País de esos especímenes. Se sentó en la punta de la silla y tipeó por media hora de corrido, sin juzgar el contenido vacío y necio de lo transcripto.

   En la oficina no había nadie, se cubrió con un chalequito azul marino y florcitas arbitrarias celestes, que disfrazaban agujeros de polillas. Una bufanda despelechada y una carterita de plástico. Cruzó al Café de enfrente y pidió un vaso de leche tibia.

   —Gracias, la leche estaba muy rica y muy tibia, acá tiene los diez pesos.

   Cruzó rumbo a su trabajo, ya había un alcahuete supervisando su tarea: 

   —Srta Narda, le faltan dos carillas y esa letra tan chica, el Jefe no la lee.

   La Srta Narda asintió con la cabeza y tipeó con letra Arial 20, el discurso de nada para nadie. A la media hora se cubrió con el chalequito azul marino, dos florcitas celestes desaparecieron, dejando los agujeros de polilla, expuestos, el remedo de bufanda y la carterita de plástico. Se dirigió a la Secretaria, para hablar con su Jefe, al cual desconocía. Pasó de inmediato.

   —Tome asiento ─extendió su fuerte mano y no advirtió  su fragilidad, casi la quiebra.

   Ella dirigió su mirada a la ventana, que se encontraba tras su Jefe, salteaba la cara del interlocutor, sin que éste lo advirtiera.

   —Quiero renunciar, no recibiré nada por una hora de trabajo. Pero sí necesito que me pague un vaso de leche rica y muy tibia, tomado en el Bar de aquí enfrente, fueron diez pesos.  

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