miércoles, 24 de agosto de 2022

LA MEMORIA DEL INVIERNO

 

   Busqué un banco acostumbrado a recibir mi presencia. Antes traje un café cortado del bar de la Estación de Servicio. Hacía tanto frío que lo tomé de un solo trago para calentarme por dentro. Alguien se sentó a mi lado y me protegió del viento que empezaba a soplar.

   —Tal vez no me recuerde, soy la anciana que antes se sentaba, árbol por medio y usted un día se acercó y preguntó cuáles eran los acordes de esas melodías tan bellas. Se me borran los recuerdos, tal vez porque son muchos. Soy muy fisonomista y te reconocí. Por eso cambié de banco para entregarte este regalo.

   Miré y era una bufanda, tan larga  que cruzaba la plaza.

   —Me llevó todo el invierno tejerla, por suerte encontré la destinataria. Noté tus ojos nuevos, como los que tuve yo cuando era joven.

   Le traje un café del Bar.

   —Muchas gracias, esto abriga más que una bufanda. ¿Por qué no te la ponés? Si le das cuatro vueltas, dejarás de temblar.

   Y así fue, me abrigó como un sobretodo. Crucé de nuevo y le compré otro café. Lo agradeció de modo exagerado y me lo quiso pagar.

   —Se me hace tarde, me tengo que ir.

   La saludé con la mano en alto. La bufanda se enganchó en un paragolpes y comenzó a destejerse. Fui haciendo ovillos y cuando terminé, volví a mi banco. Pero la anciana Dama, ya no estaba.

   Era mi Abuela con alzheimer, no recordaba ningún nombre y menos, que yo era su nieta.

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