Se rascaba la
cabeza, el cuello, se rascaba la espalda, nada de pedir a otro: “Rascame aquí.
¡No, más hacia la izquierda, más arriba, más, ahí, ahí!”.
Ella se rascaba
sola, no le importaba si había gente. Le daban cosquillas las personas. Se
rascaba el ombligo, más abajo, los dedos de los pies.
—No, tenemos que
sacarla, Loli, no permitamos la burla de la gente.
Si le preguntás
qué es lo que más le gusta, responderá:
—Lo que más me
gusta es rascarme.
Dijo Loli:
—¿No te gustaría
tener en un novio?
—Ni loca que
estuviera, haciendo yoga llegás a todas partes. Hay lugares que te hacen
disfrutar mucho y otros que duelen. ¿Sabés que existe una profesión que se
llama “rascar”? Yo no es por vanidosa ejercer. Me recibí sola y no me gustaría
para nada tener un rascador a mi lado. Jamás dejaré de rascarme, debo
interrumpir, perdón, pero me pica la cabeza.

No hay comentarios:
Publicar un comentario