lunes, 19 de abril de 2021

FALTAN LAS SOMBRAS

 

   La deforestación comenzó pausada, para construir casitas a los sin techo. Las máquinas amarillas arrancaban de raíz piñoneros que perfumaban el aire, nuestras sábanas olían a piñoneros y los árboles plenos de pájaros, que daban sus conciertos para deleite de todos los que vivían en sus adyacencias.

   Las casas nunca se hicieron. La planicie se cubrió de pasto verde, una llanura, bah. Se le pidió a la Intendencia, que detuviera el arbolicidio. Ninguno se interesó, todos vivían lejos y odiaban los árboles porque tapaban la visión lejana de sus casas, que parecían implantadas en Sta Fe y Arenales o algún lugar de Bs As, cuyos nombres desconozco. ¿Acorde con el paisaje? Olvidate, el puro cemento, vidrio y piedritas blancas.

   Luego llega un verano como éste, de casi cuarenta grados y la gente muere por la calle, mientras el sol se divierte multiplicando su refracción, sobre las inhumanas construcciones. Los árboles de la calle son suprimidos por sus propios dueños. ¡Para no barrer la vereda! Hacía mi caminata matutina  y había luz, miré el follaje y faltaban sombras, me detuve y mis queridos compañeros ya no estaban. Los cortaron de raíz, se escuchaban las lágrimas de los pájaros de nidos perdidos.

   Un sólo trabajador, uno, besaba una rama agonizante y pasaba su lengua por la savia. 

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