viernes, 9 de abril de 2021

JUANITO

 

   Les despertaban curiosidad los juegos peligrosos. Andaban por distintos lugares, alquilaron una casa en el río con un muelle tan largo que daban ganas de pescar. Juanito vio que su amigo sacó una caña con un azul tan intenso, le dio envidia. Le pidió que le regalara aunque sea el anzuelo.

   —Perdoná, pero si la caña tiene un azul tan hermoso, imaginate el anzuelo color esmeralda, aquí te lo presento.

   Pero su ambición era tal que robó la caña con anzuelo y todo. Pretendía pescar cuando todos dormían. Se sentó al borde del muelle y enganchó un pez grande. Tiraba tanto que el pez se lo llevó.

   Los amigos lo buscaron, divisaron a Juanito flotando en el río. Lo salvaron, no podía casi respirar.

   —¿Qué pasó con el pez grande, la caña de pescar y el anzuelo?

   Dijo Juanito no tener la menor idea.

   —De todos ustedes no quiero saber nada más. Nuestra amistad se terminó, no me tienen confianza ni yo a ustedes.

   Habrán pasado cinco años y en la costa de Las Toninas, había un lugar que vendían artículos de pesca. Juanito, sentado de espaldas, tan quemado que parecía negro, tejía redes para pescar, tenía un ventanal en el negocio a través del cual se veía a Juanito riendo. Levantaba un pez grande embalsamado. La caña era la misma y el anzuelo brillaba color esmeralda.

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