Lo encontré en
el ascensor del octavo piso, entró otro señor del noveno y en el segundo piso
una mujer que no paraba de hablar, con el barbijo mojado. Vivía en el ascensor,
subiendo y bajando, se detenía en cada piso para ver cómo andaba la gente.
Nunca salía del ascensor. Le encantaba cuando era ocupado por más de cinco
personas. Estornudaba a cada rato. Los vecinos estaban asustados y se alejaban
de ella contra las paredes del ascensor. Las microgotas de flügg llenaban el
espacio.
Algunos
habitantes preferían subir por la escalera. Finalmente hicieron la denuncia
ante el Ministerio de Salud. La mujer se había aplicado las vacunas de Canadá,
Kuala Lumpur, la rusa y la holandesa. No quiso ser expulsada, en los Hospitales
donde se hizo vacunar, no pidió turno, se presentó para recibir las cuatro
vacunas juntas. Su nombre no figuraba en ninguna lista.
—A mí no me van
a expulsar, tengo todas las vacunas puestas y ya que estaba me robé un montón.
Si alguien gusta, yo tengo. Ahora me callo porque debo estornudar y necesito
mucho silencio, si me cortan el estornudo los mato.
De pronto se le
cayó el barbijo mojado en el ascensor, una señora viejita le ofreció el suyo.
—Ahora, ¿me
puede regalar el que se le cayó? Yo lo usaría de mentira para poder entrar a
cualquier negocio. Por supuesto antes lo lavo con alcohol gel y después con
almidón y claro está, lo plancho.
Se reunió el
Consorcio y hablaron todo lo que podían hacer con esa mujer. Uno dijo:
—Para mí hay que
matarla.
El del octavo,
que era Médico Especialista en Virus:
—Tiene razón el
señor y sé cómo hacer para matarla, le inoculamos la vacuna argentina. Luego
diremos que la pobre mujer tiene el Covid que le contagiaron. Pondremos cara de
circunstancias y lo demás que se arreglen los parientes. Sin embargo es raro,
no tiene parientes, así que el entierro queda en nuestras manos.
Cuando bajaron
por el ascensor:
—Bueno, la vamos
a matar.
Y así lo
hicieron.
—Yo no sé cómo
lo hicieron porque no estaba. Me enteré por el Diario: “Todos lo que vivían en
ese edificio, tenían Covid, y los edificios que lo rodeaban también.” Lo único
que tengo para decir, es que yo me contagié de la señora, con la cual
compartimos muchísimos touch and go.

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