sábado, 3 de abril de 2021

¿Y ADONDE?

 

   Pinto cuadros ingenuos, sin tener en cuenta  ninguna perspectiva. Mis personajes vuelan, algunos van tomados de la mano, otros descansan en los árboles. Los hacía pensando cuando era chico y soñaba que daba saltos imposibles.

   Me daba nostalgia (es una palabra que detesto, pero no encontré otra) La chica que limpiaba mi casa, tenía zapatos que no hacían ruido, amaba el silencio de sus pies.

   —Quisiera ser su modelo. Sin ningún desnudo, me llenaría de vergüenza.

   La chica se presentaba luego de terminar su tarea. No conocía su nombre, no le quise preguntar, no sé por qué.

   Para mi taller usaba la bohardilla, un lugar que decía en la puerta: “Prohibido Pasar”. El primer día reparé en su figura, de piernas largas y delgadas, manos que pasaron por muchos detergentes. Cuello largo, erguida como una dama distinguida. No tuve necesidad de hacer bocetos, la pinté a mano alzada, con cortinas y manteles para cubrirse. Mis pinceles se deslizaban.

   —Disculpe que le pregunte, ¿por qué tiene una sola ventana? No da luz, es muy pequeña.

   La pinté tantas veces, hasta quedar sin materiales. Agrandé la ventana y suprimí las velas. Se sorprendió cuando vio tanta luz. Empecé a pintarla con las acuarelas intocadas de mi Abuelo. Su presencia se diluía día a día.

   El último recuerdo que tengo de ella, fue cuando suspiraba, trataba de contenerse. Me escondí para espiarla, suspiró otra vez y se quedó mirando a la ventana, empezó a levitar más y más, hasta volar al cielo, donde definitivamente, dejé de verla.

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