lunes, 19 de marzo de 2018

LO MEJOR


   Trabajar todos los días, ni en pedo. Trabajar es una mala palabra, si la separás, en un episodio de sensatez: “traba” de trabar y “bajar” de hundir.
   Te paraliza y te hunde la vida, por si no fui coherente. Le doy bola sólo a mis ganas. Se cruza una bahía azul, queda en Isla Mauricio, aterrizo al día siguiente, tengo un amigo sinvergüenza, que tiene un avión privado.
   Eso ocurre si movés todo el tiempo, conocés gente piola, generosa, o gente gris avara. A estos últimos no les des importancia, saludás igual, el saludo no se le niega a nadie. Puede que te cruces con un cana buena onda y le des un abrazo.
   Al día siguiente te encontrás con la mochila vacía y pensás que fue él. Agarraste para el lado más bestia de la vida, la Srta que te sedujo anoche, vació tu mochila, y sí, hubo un polvo a cambio, pero te salió carísimo.
   Tejer y destejer, andar y detenerse, cuando lo desees le ponés gran angular a la vida, que es angosta, sobre todo para un tipo como yo, que tengo cáncer y me dieron dos meses, con suerte. Esto último, siempre me faltó.  
                   

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