domingo, 25 de marzo de 2018

UTÉRICA


   —Elis, estamos en la lona, si te casás con Ramiro, podemos levantar vuelo.
   Elis era bellísima, solía romper corazones y se le conocieron, al menos, dos suicidios por ella denostar aquellos amores.
   —Mamá, Ramiro es un culo roto, pretencioso y engrupido, mirá si es infiel? Insolente.
   Cuando se terminó el papel higiénico, Elis sedujo a Ramiro, que agarró viaje enseguida. Pasaron la luna de miel en Japón. Ramiro llevó su Secretario, para no retrasar sus negocios. Siempre tenía mesas de acuerdos en Japón. Elis quedaba sola y pensaba: —Si así es mi luna de miel, lo que me depara el después. Este Ramiro no curtió conmigo ni la noche de bodas, adujo que estaba cansado, no tiene cara.
   Lo único que me daba placer, era que mis viejos, gracias a las matufias de Ramiro, se convirtieron en nuevoricos. Pero yo necesitaba otro tipo de placeres. Visto y considerando que con Ramiro no pasaba one, me acosté con el ascensorista, con el chef de cocina, con el conserje, con algún pasajero solitario y dos japoneses juntos, pero respetuosos de sus turnos. Todo esto lo pude hacer porque ¿Quién me conoce en Japón?
   En Argentina Ramiro tomó las riendas y se puso al día con sus deberes maritales, eran lastimosas sus intervenciones, torpe, egoísta e ignorante.
   Volví sin avisar a nadie, en Japón son unos capos, los oblicuos, gracias a un japonés que hablaba español, supe que Ramiro se suicidó. Me hizo sentir pésimo que hubiera un tercero que tomara esa determinación por mi amor.
   Retorné para el sepelio y los cobros de única heredera. Fui citada por el Escribano, leyó el testamento, Ramiro dejó toda su fortuna al Secretario, el suicidio fue porque el Secretario me extrañaba y le dijo que estaba enamorado de mí.
   Los japoneses del Hotel, le contaron mis habilidades culinarias y el Secretario pensó, pelito para la vieja. Nos casamos y abrimos una cadena de hoteles japoneses, incluyendo mis servicios, que a mí no me costaban nada, tengo fiebre utérica. Dentro de dos semanas hago mis votos de castidad y entro en un Convento. Para mí fue suficiente.

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