—La petaca que
traés en el bolsillo es alcohol, te veo llegar seria, oscura, te encerrás en el
baño y salís diferente, con las bisagras aceitadas.
No sé para qué
le digo, lo va a negar, por eso se surte de chicles de menta después.
—Soy prudente y
en el ensayo…, bueno que digan los otros. Sos tan débil que a mí ni pena me
das.-Decía la zorra, Beatriz-.
Ama hacer las
dos cosas, antagonista y protagonista, en esta Obra nos está cagando a todos.
Encima me manda su gordo Marido, con zapatos Timberland nuevos y olor a chivo
viejo, para que llegue temprano al teatro. Pretende ser generosa y el tiempo
que el Gordo tarde en llegar, ella se hecha un polvo con el Director
repugnante, no porque le guste, sino para que la contrate en la próxima Obra,
que ella misma escribirá.
—¿Sabés lo que
dicen los otros?, que “te pasás de lista”. La típica borracha ninfómana, que
por no saber el texto, lo llenamos nosotros, con palabras ocurrentes, donde el
público pueda reír, en el medio de un drama. En tu última salida, que fue la de
saludar, estabas tan mamada, que vomitaste a toda la primera fila, justo donde
estaba tu familia, que asistieron vestidos como gala en el Colón. Y ahora,
después de cuarenta años, me entero, por un espacio de Internet, seguro lo pagó
tu Viejo, que sos Dramaturga y con honores, premios y viajes. Cuando te
entrevistan arrastrás las palabras de tanto que chupaste. En tu vida hubo dos
formas para llegar, no sé dónde hay que llegar, pero ése era tu mantra.
Chupaste alcohol y de lo otro también. Advertí que tus labios finitos, los
inflaste con botox, para llenarte la boca, con cualquiera que se presentara con
bragueta abierta y un próximo contrato.

No hay comentarios:
Publicar un comentario