jueves, 7 de noviembre de 2019

PARA VIVARLO


   Había una sola pieza y después le fueron agregando. Casilda era una adolescente que no sabía qué hacía, cuando Herminio se acostaba con ella y su Tía. Él no abusaba de ella, sólo le acariciaba el pelo y le acomodaba el camisón.
   La Tía se dormía enseguida, había limpiado hasta exagerar, porque venía el Presidente. Lo homenajeaban con un asado. Yo viajé de mi Ciudad para estar con toda la familia junta.
   —Y a vos que sos de por allá ¿te gusta nuestro líder?
   Para hacerles el gusto, les dije que sí. Casilda se preocupó porque se vendía usado un sobretodo azul marino con un agujero detrás. Yo no era muy generosa, pero lo disimulaba, se lo compré con poca plata. Ella se lo puso y no se lo sacó más.
   Hasta dormía con el sobretodo. Herminio limpió el camión absurdo, hasta la madrugada. En el medio había una caseta, pintada de amarillo. Tenía una puerta que se abría de arriba, para sacar las encomiendas de “Casa y Mueble”, escrito al costado.
   Ese día Casilda se bañó con tachitos y se puso encima, nada más que el sobretodo azul marino. El Presidente llegaba al mediodía y Casilda quería salir de la puerta del camión y ser la primera en vivarlo.
   El Presidente la vio y le tiró una cadenita bañada en oro. Estaban los enemigos escondidos en el monte, todos preparados, le dispararon a la caseta del medio.
   Herminio, puso en marcha el camión, para que el personaje viera cómo lo había dejado. Sólo después se dio cuenta que de la caseta, brotaba sangre, se le dio vuelta el pensamiento y fue a ver si era cierto. Adentro estaba Casilda, mirando la puerta, rodeada de sangre, con la cadenita en la mano.
   El Dictador, haciendo el papel del triste, recibió un balazo en la cabeza, que le tiró Herminio.
   El asado se lo comieron los perros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario