domingo, 17 de noviembre de 2019

SPA


    Quintina que es optimista, alegre e ilusionista. Yo, Helena, que soy depresiva, tengo la esperanza olvidada en cualquier aeropuerto, como la cartera, siempre la pierdo. Sueño que la encuentro, pero no, si es un sueño.
   Llegamos al Spa Hotel, con aguas termales, baños suecos, masajes con piedras argelinas. La pileta es más redonda que el mundo. Subo a la terraza del Spa y puedo ver el mar, azul sin olas. No hay nadie en el mar y en la pileta, nosotras dos. Quintina que parece una ballena y yo tan finita, el Gordo y el Flaco. Nos acercan tragos modernos, licuados de arenque.
   Después está el comedor libre, Quintina se come todo, pregunta con la boca llena: —Mozo, ¿no hay más ostras?
   —No, Señora.
   —¿Y botecitos de caviar?
   —Eso sí…
   —Quiero tres porciones y un pan felipe.
   —Se la hago fácil, no hay ningún señor Felipe. ¿Ud, Señorita desea algo en especial?
   —Un hombre, deseo y aquí por lo que veo, no hay nada en especial, no siendo eso, no deseo nada.
   Nos íbamos al día siguiente, yo quería mar, las aguas cerradas no son inteligentes, por bobas inmóviles. Mientras Quintina roncaba lo que comió y bebió, caminé al amanecer. El mar llamaba a cualquiera que pudiera sumergirse, tomándose de juncos marinos. Se enroscó un junco en mis piernas y tragué agua tres veces, tenía mucha sal.
   Un hombre grandote, buceó y desprendió el junco. Le agradecí con un beso prolongado. 
   —Gracias por salvar mi vida y poder darle ese beso.
   Tengo ojos vacuos, no sé si se dio cuenta. Hay canoas abandonadas, peces saltarines y el color de las olas, hay más y ella tiene el deseo, dijo llamarse Helena de Troya, me va, soy Poseidón, el Dios del Mar.
   Dijo ella: —Quiero ver tus ojos por dentro, por ahí encuentro la cartera.
   Poseidón titubeó, pero la tomó por la cintura, ella suspiró y él confesó: —Tengo más para darte, de allí mi nombre, poseo y doy, no es idéntico, pero se puede asociar.
   —¿Sabés qué pasa?, ando con hambre atrasada y no sé si vos podrás con mis deseos, por ahí exijo mucho.
   —Si seguís conmigo te engordo, tu amiga te envidiará. Y será para siempre, porque de vos, no me voy.  

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