jueves, 12 de mayo de 2022

EL HOMBRE NUEVO

 

   —No me gustan los chicos, pringan todo, toman leche y te vomitan en el hombro, lloran cuando vos estás en el octavo sueño. Tenés que desayunar en puntillas, al menor sonido piden comida como marranos.

   —¿Cuando crecen?

   —Es peor, te mandan a llamar de la Escuela porque el chico se mandó una puteada, merecida. Tenés que vigilar que haga los deberes y estudiar vos con él, eso viene bien porque te acordás de cuando ibas a la Escuela y explicaban bien. Hacés la Primaria de nuevo.

   —El Secundario?

   —Algunos se llenan de granitos, les crece la nariz, antes ñata, los tenés que mandar a bañar, lavarse bien los dientes, quitarse las lagañas, se van en ciento veinte materias.

   Cuando crecen, que casi son tan altos como vos, eligen una carrera que a su padre le gusta, pero a él no. Se mete en otra y tampoco le va. La tercera es la bienvenida, conoce su primera novia, cuentan que dan materias y cuando terminan la carrera, dieron más materias que las correspondientes. La novia queda embarazada, se van a vivir juntos. Es una liberación que durará seis meses como máximo. El pendejo vuelve, dice que no sirve para marido ni para padre. Se tira en tu sillón preferido y come pochoclos mientras mira películas de sangre, de mucha sangre, son sus predilectas. Las ve traducidas al español, las subtituladas le impiden llegar a dos palabras, y eso, haciendo un esfuerzo descomunal.

   Crece tipo hombre, se casa con una mujer más grande que él, ella trae tres hijos de su primer matrimonio. Tu hijo quiere algunos suyos y la vieja, para darle el gusto, tiene mellizos.

   Los padres de ella mueren de muerte, heredan la casa y allí se mudan, por la loma del orto. No te llama jamás. Una vez por año, con suerte.                               

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