viernes, 6 de mayo de 2022

SI SUPIERA

    La nostalgia me abruma y perdí la conciencia de mi ancianidad. Una relación de tres años, intensa, sin coincidencias de intereses, excepto los furtivos encuentros de cuerpos sin reparos.

   Despedidas que me dejaban incógnitas y estómago de mariposas salvajes. La perversión crecía y mis deseos se expandían, los suyos permanecían para luego tornarse exiguos.

   Abandonó su casa paterna y alquiló un monoambiente. No tenía cuadros ni tapices ni sillones. Adentro reinaban elementos gimnásticos, que daban frío, todo daba a un patio con macetas enormes en filas perfectas, trazadas con escuadra. Verde sin amor y ninguna flor.

   Preparó un licuado con vegetales y leche de soja. Delante de su mini casa fueron a vivir unas chicas, que lo usaban para computear sus apuntes de la Facultad.

   —Me tienen harto, es todos los días, no les digo nada porque hay dos tan lindas.

  Me pegó una estocada en el corazón. Pasó tiempo y me dediqué a sufrir, es lo que mejor hago.

   Empezó en un gimnasio, donde trabajaba compulsivo. Apareció una señora que le enseñó elementos de Yoga al empezar sus ejercicios y a cerrarlos al terminar. Yo no sabía nada, me enteré por terceros. Visitaba a la señora, que le abría la puerta todos los días. A mí, me la cerró para siempre.

   Pasó hace tanto tiempo y no puedo olvidar. Quedaron heridas expuestas. Jamás volvimos a vernos. No sé dónde vive, si se casó y tuvo hijos, si vive aquí o en Alemania. Si está vivo o se murió. Todas estas intrigas no mitigan aquello que nunca fue. Si supiera, olvidaría para siempre aquel dolor tan antiguo, que todavía late ciego.

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