domingo, 15 de mayo de 2022

PROHIBIDO PROHIBIR

 

   Juntaba hongos todas las mañanas, conocía distintas formas, tamaños y diferenciaba los venenosos de los inocuos. Era una Abuela rodeada de un bosque de piñoneros intrincados. Los nietos comían diferentes alimentos con alguna variedad de hongos. La mayoría prefería los de sombrerito y tallo gordo. Reprochaban a la Abuela que nunca encontraba los de sombrerito rojo con lunares blancos. Había sido muy bella de joven y su marido era fanático de cualquier verdura o carne, con hongos. Él mismo, también juntaba cuando volvía de su trabajo de leñador, la Abuela los doraba en manteca y los agregaba a las comidas. Un día él apareció muerto.

   La Abuela llamó al Médico de campo, que diagnosticó envenenamiento por ingesta de hongos venenosos, otra explicación no había. La Abuela llamó a la Policía, para deslindar responsabilidades por el deceso de su Marido. La base de aquel matrimonio era el amor mutuo. Los policías se ocuparon del sepelio, sus hijos no podían creer lo que le pasó al Padre.

   A los nietos se lo fueron contando a medida que crecían, en especial, para que no comieran hongos encontrados por cuenta propia. Los niños sienten curiosidad cuando lo prohibido aparece. Jugando en las hamacas encontraron hongos con sombreros rojos y lunaritos blancos. Juntaron unos cuantos e hicieron una comida especial para la Abuela, querían sorprenderla, agregaron copitos de azúcar y yogurth casero. Le llevaron el desayuno a la cama, la Abuela emocionada comió con fruición todo el tazón. Fue algo imprevisto, los hongos aquellos eran venenosos. La Abuela murió.

   Ninguno de los nietos dijo que ellos juntaron los hongos. Ni cuando fueron grandes tocaban el tema.

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