sábado, 21 de mayo de 2022

TECNOLOGÍA MOCHA

 

   A través de Internet se conocieron. Una cita por fotos y preferencias mentidas. Ella llegó primera, tenían una mesa reservada, estaba ansiosa por conocerlo. Según la foto tomada de perfil lo mostraba como un señor buen mozo, de pelo negro y ojos intensos. Lo reconoció porque daba vueltas sobre sí mismo, hasta que encontró la maderita que decía Reservado.

   Se desplomó en la silla.

   —Te pido disculpas, pero hoy trabajé más de lo acostumbrado. Ser Abogado es una vocación y ahora vos contame de tu vida.

   —Soy Médica Psiquiatra y mis sesiones son de cinco minutos a diez, cuando se me juntan todos los quiero matar. Hay algo que me intriga mucho, ¿por qué siempre estás de perfil hasta cuando conversamos?

   —Viste que yo me tiro el pelo sobre este ojo. Me tapo uno por la desgracia provocada por mi hermano, jugábamos a la pelota paleta y me tiró una pelota en el ojo. Los dos nos quedamos mirando, ¿podés creer que el ojo rodó? Y cuando llegó a la rejilla se metió y desapareció. Casi me operan en EEUU, pero a mi Viejo no le alcanzó, no tenía plata. Por eso te mandé mi foto de perfil. Para mí la sorpresa de verte, petisa, gorda y veinte años mayor que yo. En tu foto parecías alta flaca y joven.

   Ella le contestó:

   —Estoy llena de cirugías, te confieso que no soy Médica Psiquiatra, me encargo de atender el teléfono y dar los turnos que correspondan. Antes de irme limpio el piso del Consultorio. Me miento tanto, hasta a mí misma, que lo termino creyendo.

   —Te voy a decir mi verdad verdadera. Yo tampoco soy Abogado prestigioso. Soy Recolector de basura. No tuve otro remedio, nadie quiere un empleado con un ojo menos.

   Se olvidaron de comer y salieron del brazo hasta la calle.

   —Ché, pará con apretarme el brazo, después me dejás marcas azules. Hace cuarenta años que estamos casados, habíamos quedado en repetir la misma situación de la primera vez que nos conocimos.

   Él la miró como para pegarle una trompada y se la pegó nomás, ella le daba rodillazos en las bolas. Siguieron peleando durante todo el trayecto hacia la casa.

   —Yo no sé qué me pasó cuando decidí casarme con vos.

   —Yo tampoco sé.

No hay comentarios:

Publicar un comentario